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El presidente norteamericano deja abiertas todas las opciones con respecto a las futura decisiones estadounidenses sobre Irán

Cabe interrogarse si Estados Unidos no es también rehén de Irán», comentó un periodista de la cadena de televisión norteamericana CBS al término de la conferencia de prensa del presidente Jimmy Carter, la segunda en el espacio de dos semanas, para explicar los pormenores del fracaso de la operación de rescate militar en Irán, expresar la voluntad de continuar «todo tipo de acciones» que contribuyan a la liberación de los 53 rehenes norteamericanos y justificar el cambio de hombre en la dirección de las relaciones exteriores de Estados Unidos.Ayer, el senador demócrata Edmund Muskie fue designado por Carter para sustituir a Cyrus Vance, quien dimitió de su cargo por desacuerdo con la trayectoria seguida por el presidente para intentar liberar a los rehenes de Irán.

En total, quince preguntas de la conferencia de prensa versaron so bre la situación entre Estados Unidos e Irán, quedando otras cuatro preguntas para los temas de orden económico, cuya evolución crítica afecta la vida diaria del norteamericano. Irán, una vez más, dominó la escena política y marginó otros asuntos.

«Tuve que tomar la decisión en circunstancias muy dificiles, aun a riesgo de que fuera impopular», dijo el presidente Carter al referirse a la fallida acción militar del pasado jueves. «Habría sido peor no intentarlo después de seis meses de paciencia», añadió Carter, y recordó que todos los factores habían aconsejado la realización de la «operación rescate»; pero la alta temperatura del aire del desierto iraní fue un elemento clave que afectó el buen funcionamiento de los helicópteros. Carter recordó que la operación contaba «con grandes probabilidades de éxito»: los dos momentos difíciles de la misma, que no llegaron a producirse, habrían sido la entrada en el recinto de la Embajada norteamericana en Teherán, donde se encontraban los rehenes, hoy dispersados por otros puntos del país, y la posterior salida de los cautivos y sus libertadores.

Las repercusiones políticas interiores del fracaso de la misión militar fueron minimizadas por Carter, quien consideró que existe un «equilibrio» entre sus consejeros de Seguridad y Relaciones Exteriores y restó importancia a las diferencias entre la línea firme de su consejero de Seguridad, Zbigniew Brzezinski, y la más moderada de su ex secretario de Estado Cyrus Vance.

Apoyo, aliado

El nombramiento de Muskie como sucesor de Vance servirá para continuar manteniendo tal balanza. Muskie considera que «será imprescindible» el apoyo de los aliados para continuar una estrategia pacífica que permita la liberación de los rehenes.

El presidente Carter evitó prudentemente entrar en consideraciones a propósito de las relaciones entre Estados Unidos, los países de Europa occidental y Japón, deterioradas después de lo ocurrido estos últimos días en Irán. Recordó tan sólo que la cumbre de las siete primeras potencias económicas del bloque capitalista, que se reunirán en Venecia a mediados de junio como continuación de la celebrada en Tokio en junio de 1979,puede ser una buena ocasión para tratar, de «otros asuntos», además de los relativos a la situación económica mundial. En Venecia se reunirán los presidentes de Estados Unidos República Federal de Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, Canadá y Japón.

Por último, Carter afirmó: «No me interesa la puntuación política de esta crisis», en relación con los efectos que la situación iraní pueda tener sobre la marcha de su campana electoral.

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