Tener «la negra»
No se sabe muy bien qué aspecto retener del nuevo descalabro sufrido por el presidente Carter en su operación de salvamento de los rehenes de Teherán, siendo como es este un fracaso múltiple y abrumador. La anulación del proyecto desde su fase inicial a causa de un «fallo de material» demuestra que el golpe, a pesar de los riesgos que entrañaba, había sido mal organizado, si es que no improvisado. ( ... )Una parte del público norteamericano criticará seguramente al presidente -ya lo están haciendo los familiares de los rehenes- por haber arriesgado inconsiderablemente la vida de los cautivos. Los dirigentes del Congreso, inquietos al ver a la Casa Blanca abocada sólo a soluciones militares, habían solicitado en los últimos días ser consultados antes de cualquier decisión. Según algunas indiscrecciones, incluso el estado mayor de Carter se habría mostrado muy dividido en el curso de una reunión celebrada en la Casa Blanca.
No obstante, se impone una distinción entre las operaciones frontales destinadas a imponer, por ejemplo, un bloqueo a Irán y la acción concreta del viernes, dirigida únicamente a liberar a los rehenes. A pesar de su fracaso, esta última tentativa podría suscitar al menos la indulgencia de una parte del público, consciente de los móviles humanitarios del presidente. ( ... )
En el exterior, sin embargo, la credibilidad de Estados Unidos va a sufrir una vez más. La imagen de un presidente dubitativo y desafortunado va a salir reforzada de un episodio que algunos no dudarán en presentar, por analogía con el desembarco fracasado de los exiliados cubanos al principio de la presidencia Kennedy, como la «bahía de Cochinos del pobre». ¿Qué pensar de la eficacia de un aparato militar del cual depende la seguridad de la mitad del planeta, y que no es capaz de colocar dos aparatos en un desierto antes incluso de cualquier intervención del enemigo? ¿Qué queda de la doctrina Carter que pretende protegerlos intereses occidentales en toda la región del golfo?
26 de abril
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