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Tensión en Luxemburgo ante el debate sobre Irán en el Consejo de Ministros de la CEE

Soledad Gallego-Díaz

La Europa de los nueve -representada por sus ministros de Exteriores- debate, desde ayer en Luxemburgo, un serio problema político: cómo hacer patente su solidaridad con Estados Unidos en la crisis de Irán respondiendo al ultimátum del presidente Carter sin comprometer gravemente sus propios intereses. La división ha quedado patente desde los primeros momentos. Según fuentes diplomáticas, Francia se niega a considerar siquiera la posibilidad de romper sus relaciones con Teherán. La República Federal de Alemania, cogida entre dos fuegos, teme por un lado que Norteamérica, desairada, retire parte de sus tropas en la frontera de las dos Alemanias con el pretexto de reforzar el golfo Pérsico, y por otro, los efectos económicos del boicoteo a Irán. Gran Bretaña espera que los ministros de Asuntos Exteriores de los nueve acepten en su reunión de Luxemburgo un plan por fases, que acerque las posiciones de Alemania y Francia.

Formalmente, los ministros de Asuntos Exteriores de los nueve no tratarán, hasta hoy martes, el tema de las sanciones contra Irán. Los pasillos del edificio del Consejo de Ministros de Luxemburgo eran ya ayer, sin embargo, un hervidero de rumores. Sobre el papel, los responsables de la diplomacia europea no pueden tampoco adoptar medidas concretas si, como es previsible, Francia mantiene su habitual postura de bloquear toda decisión que suponga una estricta directriz comunitaria en materia de política exterior.La visita de esta semana a la capital francesa del ministro de Asuntos Exteriores soviético, Andrel Gromiko, moderaría además los impulsos que pudiera sentir Francia de tomar en Luxemburgo una posición que pudiera ser considerada antisoviética.

El plan británico será propuesto hoy por el secretario del Foreign Office, lord Carrington, que llegó ayer a la capital del Gran Ducado, después de conferenciar durante el fin de semana con la primera ministra, Margaret Thatcher, informa desde Londres Carlos Mendo.

El plan de Londres está a mitad de camino entre la postura alemana de apoyo a la posición de¡ presidente Carter y la francesa. La diplomacia británica ha elaborado una alternativa en dos fases., En la primera fase, los países del Mercado Común reducirían al mínimo sus representaciones diplomáticas en Teherán. Impondrían una prohibición total en las ventas de armas europeas a Irán y propondrían la introducción de visados para los súbditos iraníes que viajasen a Europa.

Si esta primera fase no produce los resultados apetecidos en la forma de un compromiso formal para la liberación de los rehenes por parte de Irán dentro de un plazo razonable, aproximadamente a mediados de mayo se pondría en marcha la segunda parte del plan, que consistiría en la aplicación de un embargo comercial total, así como la aplicación de restricciones en la concesión de créditos.

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Problemas para la RFA

La posición más difícil será, sin duda, la de la RFA. El canciller Helmut Schmidt afirma «comprender muy bien la actitud del presidente Carter», aunque advierte simultáneamente de los peligros de «acciones irracionales», curándose en salud -ante la posibilidad de que Estados Unidos amenace en la próxima reunión de la OTAN con una retirada parcial de tropas estacionadas en la República Federal de Alemania.

Bonn se enfrenta además con un serio problema económico. Según los últimos datos facilitados por la CEE, el 12,6% de sus aprovisionamientos totales de petróleo en 1979 procedieron de Irán. Aunque entre 1978 y 1979 se registró un descenso importantísimo en las importaciones petrolíferas de la CEE procedentes de Irán, las cifras (véase cuadro adjunto) siguen siendo lo suficientemente destacadas como para que cualquier ataque contra el régimen de Jomeini tenga que ser examinado con pies de plomo.

«Con estos datos delante», afirman fuentes diplomáticas, «lo más que se puede esperar de Europa es una posición intermedia: reducción del personal de las embajadas en Teherán, restricciones en los visados y limitadas sanciones comerciales, decididas individualmente por cada nación europea». Demasiado poco a juicio de Estados Unidos, que teme además que Japón, tal y como ya lo ha anunciado su ministro de Asuntos Exteriores, en Luxemburgo, se sume a los acuerdos comunitarios.

Al margen del problema iraní, el gran tema del Consejo de Luxemburgo es el de la contribución británica al presupuesto de la Comunidad.

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