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Un progresivo deterioro político y económico

El deseo de abandonar el país, que en los comienzos de la revolución se había limitado a las clases acomodadas, parece haberse extendido ahora a amplias capas de la población cubana.Una serie de circunstancias han venido deteriorando a lo largo de los últimos meses la situación política y económica de la isla. El propio Fidel Castro, en un discurso pronunciado ante la Asamblea Nacional y mantenido en secreto durante algún tiempo, pintaba un panorama sombrío, reconociendo que la zafra no llegaría este año a los ocho millones de toneladas, debido a una enfermedad de la caña, llamada la roya. Por otra parte, según el dirigente cubano, el déficit de materias primas provocará durante 1980 una reducción en el número de puestos de trabajo.

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Al mismo tiempo, puede señalarse un auténtico colapso en otro de los sectores clave de la economía cubana, el tabacalero, minado por una epidemia de moho azul, que ha obligado a cancelar numerosos contratos de exportación e incluso a importar tabaco para cubrir las necesidades internas.

En el terreno político destaca la aparición, por primera vez en la historia del régimen, de una oposición política en el interior, que comienza a manifestarse por la aparición de panfletos críticos y, según algunas fuentes, por sabotajes a diversas industrias e instalaciones.

El pasado 5 de agosto, Raúl Castro, «número dos» del régimen, en un discurso público denunciaba las deficiencias existentes en el país causadas por el reblandecimiento de la autoridad y la disciplina. La necesidad de un cambio profundo se hizo patente en las propias esferas del poder, y el 10 de enero de este año se anunció una profunda remodelación política y administrativa, en la que el propio Fidel Castro asumía las carteras principales del nuevo Gobierno, y en la, que se incrementaba la presencia del Partido Comunista en el aparato del Estado.

La llegada masiva a la isla de exiliados cubanos procedentes de Miami, con un diferente nivel de vida, constituyó las pasadas Navidades un trauma para la población.

Una de las medidas más importantes adoptadas por el nuevo Gobierno fue la decisión anunciada el pasado 26 de marzo de incrementar los salarios, por primera vez desde hace quince años, para, conseguir «una mayor eficacia económica» y, posiblemente, para frenar el descontento.

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