_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tres propuestas para el movimiento estudiantil

En los últimos meses, una realidad que muchos hablan dado por muerta ha saltado a primer plano: la realidad del movimiento estudiantil.Desde distintos medios se ha querido presentar el movimiento estudiantil como cosa de «desmelenados radicales» minoritario y violento, vinculando esa idea a la de un movimiento hostigado por los comunistas «para hacer presión sobre el Parlamento, donde son exigua minoría».

Los comunistas no hemos inventado el movimiento estudiantil. Este es respuesta directa a la política educativa del Gobierno, atentatoria contra los intereses de la mayoría de los estudiantes. Los comunistas, en concreto, los estudiantes comunistas, participan -eso sí- en el movimiento estudiantil como participan estudiantes de otras corrientes políticas y una mayoría de estudiantes no vinculados partidariamente.

El derecho de los grupos e intereses sociales a organizarse, a oír su voz, a movilizarse pacíficamente, está recogido en la Constitución. ¿Que ello constituye una presión sobre el Parlamento? SI, pero una presión constitucional que todo el mundo ejerce, la FERE, la CECE y otros representantes de la Enseñanza Privada bien han presionado, y con éxito, sobre la UCD y el Gobierno; ni unos ni otros pueden, ahora, negarles este derecho a los estudiantes.

En lo que concierne al «desmelenamiento», cierto es que en las movilizaciones estudiantiles han aparecido provocadores que, junto a ciertas poco claras actuaciones policiales -que nada tienen que ver con la respetabilidad que nos merecen las instituciones de orden público-, han causado graves incidentes de trágicos resultados. Pero esos provocadores han sido ajenos a las coordinadoras estudiantiles, se trata de grupos muy minoritarios, e identificar al movimiento estudiantil con ellos es, además de grave pecado de malicia sensacionalista, olvidar que el movimiento estudiantil ha sido la paralización de la actividad educativa dufante unos días por más de un millón de estudiantes (el 60% de la cifra total de estudiantes universitarios y de enseñanza media, que se convierte en el 80% de los estudiantes de enseñanza pública y -el 95 % de los distritos de Madrid y Barcelona) y olvidar que pacífica y responsable fue la actitud de los 60.000 manifestantes de Madrid del día 13 de diciembre, los 50.000 de Barcelona el 31 de enero, los 2 0.000 del Palacio de los Deportes de esa ciudad, los 25.000 de Valencia- (31 de enero) y los varios miles de Zaragoza."

Santiago, Burgos, Bilbao, Málaga, Granada, hasta un total de 350.000 manifestantes en toda España (según datos de la prensa).

El movimiento estudiantil se inscribe -y es una de las partes interesadas en el litigio- en el gran debate nacional sobre el modelo educativo, uno de los grandestemas del actual periodo postconstitucional. Nos hallamos ante una clarísima opción de UCD por el reforzamiento de la enseñanza privada, bajo el prisma de la economia de mercado, traducido a la libertad de la empresa educativa. Colocando al Estado en un papel subsidiario de la iniciativa privada (véase presupuestos de 1980, en los que se reduce un 25% de las inversiones para construcciones escolares públicas, en beneficio de la subvención a la privada). Junto a ello, la marginación de los padres, profesores, alumnos, en el proceso educativo, el control ideológico a través del establecimiento del «ideario» y lajerarquización de los órganos directivos completan el cuadro antidemocrático, antipopular y selectivo del proyecto «enseñanza-negocio» de la UCD, que ha encontrado fuertes apoyos en los sectores más derechistas del país. De hecho, el tema educativo es una de las claves, junto al autonómico y el sindical, del actual desplazamiento «centrista» a la derecha. La alternativa que las fuerzas progresistas venimos propugnando, la escuela pública, gratuita, democrática y pturalista, no es un modelo de estatalización que frene la libertad, no es un modelo del «Este»: es el modelo de los países más avanzados de Europa Occidental, desde Francia a Suecia. Es falsa la pretensión de UCD en el sentido de que sus proyectos nos acercan a Europa: nos alejan de ella y nos acercan al tradicional integrismo reaccionario.

Nos párece claro que la batalla queel movimiento estudiantil ha empezado a dar estos meses es una batalla que va más allá de la apro6ación o no de unas leyes determinadas, porque esas leyes no son coyunturales: se.inscriben en un proceso a largo plazo de estabilización de un modelo educativo reaccionario. Creemos que el movimiento estudiantil debería ser plenamente consciente de ello, clarificando sus objetivos en el sentido de superar su actual carácter defensivo y puntual de respuesta a agresiones ministeriales, para empezar a ser un movimiento ofensivo que toma la iniciativa, con un programa claro e inscritos en la lucha general por la transformación progresista y democrática del aparato educativo, en coordinación con todos los sectores interesados en ello: profesores, padres, sindicatos, partidos progresistas, etcétera.

Tras la LAU y la ley de Estatuto de centros va a venir la discusión de la ley de Finariciación, el Estatuto del Profesorado y la configuración concreta del régimen interno de los centros. Tomar la iniciativa es, por ejemplo, plantear con fuerza la necesidad de un estatuto del estudiantes que reconozca las formas de representación. y coordinación

La segunda propuesta que queremos hacer al movimiento estudiantil es el avance hacia formas de organización representativa estables y sólidas, acorde con un carácter más ofensivo y programático del movimiento.

Es indiscutible la legitimidad, como representantes e interlocutores del estudiantado, de las coordinadoras de los representantes elegidos en cada centro.

Sin embargo, a la luz de la experiencia reciente, debería asegurarse la representatividad de la mayoría de los estudiantes -quizá introduciendo formas de acreditación- y evitando vanguardismos y toma de decisiones no consultadas que separan a la mayoría de los estudiantes de la participación en el movimiento.

En cualquier caso, formas "superiores de organización estudiantil han de, ser afirmación y desarrollo del carácter plural, democrático y representativo, de base asamblcaria y mayoritario. No estamos de acuerdo en sindicatos,de afiliación, que dividen a los estudiantes en función de corrientes ideológicas. ¿Cómo avanzar hacia esas formas superiores? Mediánte la estabilidad de los organismos de representación estudiantil, haya o no movilización; mediante su reconocimiento legal y académico, y mediante la asunción organizadora de la actividad social y cultural de los estudiantes. Deberían traspasarse a las organizaciones estudiantiles los servicios del antiguo SEU, que hoy están paralizados: comedores, viajes, presupuestos, cooperativas de libros...

Nuestra tercera propuesta es la potenciación de la vida académica, social y cultural en los centros de estudio. El movimiento estudiantil no puede ser sólo la suma de. movilizaciones ocasionales -por otra parte, necesarias- fuera de los centros y que vacíen éstos. Hay que decir con claridad que la huelga estudiantil prolongada es perjudicial para el movimiento: inconscientemente aparece el paralelismo con la huelga obrera, paralelismo falso.

Los trabajadores, al paralizar la producción, perjudican directamente al patrono, contra quien va dirigida la acción. Los estudiantes, al paralizar la vida académica, no perjudican al Ministerio de Educación, a quien va dirigida la protesta, que éste, incluso, está interesado en la degradación de la enseñanza pública. El movirniento estudiantil, creemos, ha de plántearse formas de lucha que sean todo lo contrario de la degradación de la vida de los centros.

Por último, queremos expresar nuestro desacuerdo con la resolución de algunos de la coordinadora en el sentido de pedir la retirada de los parlamentarios del PCE y del PSOE de la discusión parlamentaria. Hay, para ello, razones de principio inexorables: eri democracia, cuando se está en minoría, hay que ser consecuente con ello: retirarse es dimitir de la. posibilidad de ser alguna vez mayoría. Pero, además, ¿cuál sería la utilidad práctica de tal retirada? No legitimar la aprobación de las leyes, se nos dice. Pensamos que es lo contrario; un planteamiento infantilista de este estilo daría poderosos argumentos a la mayoría del Parlamento para desacreditar a la oposición y sus propuestas. Dirían: ¡Tan poca fuerza tienen sus argu" mentos contra nuestros proyectos, que sólo les quedan las pataletas! No, no vamos a dar a UCD esa oportunidad de no favorecer en nada ni a la izquierda ni al movimiento estudiantil. No creo que a ningún estudiante se le haya ocurrido anular su matrícula como protesta por la aprobación posible de la LAU, o el Estatuto de Centros, dimitiendo de su condición de estudiante; sería absurdo. Tan absurdo como pretender que la izquierda mediatice la aprobación de aquello con lo que no está de acuerdo, mediante la dimisión de su condición de minoría en el Parlamento.

Sin embargo, sí estamos de acuerdo con el resto de acuerdos recientes de la coordinadora, particularmente de la enseñanza media; que los estudiantes comunistas se esforzarán en desarrollar paro general activo en los centros el día que se reinicie en pleno la discusión por la aprobación del Estatuto de Centros Escolares, consolidación de las coordinadoras, a niveles locales, provinciales, nacionales y regionales; discusión abierta en respecto a la iniciativa autónoma con partidos, sindicatos, asociaciones de padres, etcétera.

Josep Palau es secretario general de la Unión de Juventudes Comunistas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_