La comisión internacional abandonó Teherán
La comisión de la ONU que estaba encargada de investigar las responsabilidades políticas del sha y mediar en la crisis de los rehenes, abandonó ayer Teherán a las siete de la mañana (cuatro y media de la madrugada en Madrid), después de esperar en vano durante diecisiete días en un hotel de la capital iraní.Ayer, de madrugada, los estudiantes islámicos que mantienen como rehenes a medio centenar de norteamericanos en la embajada de Estados Unidos en Teherán, endurecieron su postura, afirmando que no entregarían los rehenes al Consejo de la Revolución. Durante toda la noche, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Sadeh Gotbzadeh, acompañó a la comisión de la ONU en el hotel en el que residían.
Después de esperar desde las diez y media de la noche del lunes, a las seis y media de la mañana de ayer (cuatro de la madrugada en Madrid), la comisión decidió abandonar Teherán. Cuando, consemblante agrio y cariacontecido, los cinco miembros de la comisión dejaban el hotel, llegaba una camioneta en la que iban cuatro de los ocupantes de la embajada, que pretendieron hacerles llegar una carpeta con documentos que, según ellos, probaban las actividades de espionaje de Estados Unidos en Irán.
Después de que los miembros de la comisión se negaran a recibir este dossier, los cuatro estudiantes siguieron camino hasta el aeropuerto, donde intentaron nuevamente, en vano, hacer entrega de los documentos.
Cuando el vuelo especial fletado por la ONU despegaba del aeropuerto de Mehrabad (Teherán), Sadeh Gotbzadeh improvisó una rueda de prensa en el mismo aeropuerto. «La comisión hubiera podido cumplir todo su mandato», dijo, «si se hubiera quedado más tiempo, dando muestras de un poco más de paciencia.» Según informaciones procedentes de la sede neoyorkina de la ONU, la comisión pensaba haber concluido su tarea en una semana; es decir, hace diez días.
Después de llegar ayer al aeropuerto de Zurich, uno de los miembros de la comisión (el argelino Mohamed Bedjaui) proseguía viaje a Nueva York para entrevistarse con Waldheim, mientras los otros cuatro se quedaban en Suiza a la espera de instrucciones para, eventualmente, volver a Teherán.
En Washington, Carter se había reunido anteanoche con sus más altos consejeros y se calificaba a la situación de «extremadamente grave». En Teherán, los observadores valoran los últimos acontecimientos como una victoria de la línea dura (representada por los clérigos Bejeshti, Rafsanyani y Jomeini, dirigentes del Partido de la República Islámica), en vísperas de la primera vuelta de las elecciones legislativas, que tendrá lugar el próximo viernes.
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