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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Los antihéroes

La democracia, correctamente entendida, debiera ser un sistema de antihéroes. Nuestra democracia actual -ay- va teniendo ya, por el contrario, una mitología negra de héroes a la fuerza, de víctimas de todos los terrorismos. Los únicos héroes vivos de esta democracia me parece a mí que son los travestís.Anoche, en la Castellana, a la altura de Marqués de Riscal, un travestí rubio y solo, alto, era como la blanca lumbre de una libertad que arde y no sabemos si se consume. La noche iría de travestís. (Querido Torrente, me parece que los travestís, por su heroísmo patético e incluso peripatético, se han ganado la licencia poética -aparte otras licencias- de que les llamemos así y no travestíes, que queda más académico, pero menos lírico.) Ceno con José Sacristán, a quien los travestís van a dar un homenaje en el Gay Club por su interpretación en Un hombre llamado Flor de Otoño, aquel anarquista catalán que hizo de día la revolución política y de noche la revolución sexual con sombrilla. Y se lo digo en seguida a Sacristán:

-Tú eres un actor/mensaje, como Gary Cooper fue el actor/mensaje de la predemocracia salvaje en el Oeste y James Dean el actor/mensaje de la rebeldía juvenil sin causa, pero tan causada. Tú eres o has sido, en el cine, el español medio, antihéroe, del franquismo. Ese es tu mensaje.

Porque el heroísmo como sistema político, o sea la dictadura, configura luego un mundo de El antihéroe democrático se ha litrados, de reprimidos, de vigilados. El antihéroe democrátivo se ha liberado de heroísmos y el antihéroe de las dictaduras no se ha liberado de nada. Pierrot, la nueva estrella de Gay Club, lo dijo anoche:

-Hoy, los travestís somos libres.

La quinta autonomía española, la de los homosexuales, es quizá la que mejor ha funcionado. Paco España, a quien descubrí hace años en este Gay Club, ha venido de flor reflectante en el pelo. Me da dos besos y me cuenta sus éxitos. Fue el primero y yo creo que sigue siendo el mejor. Pero está la enana bizca de senos inmensos, la criatura felliniano/velazqueña, la menina expresionista pasada por el music-hall (hay que decir que el music-hall lo han salvado hoy en el mundo los travestís, y algo así quiso expresar Concha Velasco cuando subió al escenario y dijo unas palabras, travestí de sí misma, pues llevaba, con las prisas, zapatos de distinto par). Y está, sobre todo, esa Eva Perón que viene de la muerte y va a la ópera, que viene de la Historia y va a la música. Nunca un muerto había estado tan muerta ni una muerta tan viva, en un escenario.

Forges, tan lejos de este humor exasperado. Alfredo Landa, otro actor/mensaje, otro antihéroe de la pequeña burguesía franquista. Olea y Eloy (de la Iglesia), Juan Diego, Carmen Apolo y toda la pululación nocturna y enjoyada de travestís en flor, espectros machos, perfumados y graves de Marilyn, de Lola Flores, de Saritísima, de Liza Minnelli. Todo un satar/system en bisutería de medio precio.

Cervino me pregunta por Ricardo de la Cierva. Le muestro un telegrama del ministro que llevo en el bolso: «Me complace comunicarle que he dado las oportunas órdenes para que doña Felicidad Blanc, viuda de Panero, sea trasladada, una vez oídas sus preferencias, a un destino dentro de esta casa, más conforme con su experiencia y categoría personal. Punto. Un afectuoso saludo.» Felicidad, delicado antihéroe femenino del franquismo y la democracia, marquesa natural de Astorga que ha hecho el travestí de portera y ha dado testimonio. Pero Sacristán está en el escenario cantando por Concha Piquer.

Travestís y antihéroes. Sacristán ha sido el actor/mensaje del antiheroísmo antifranquista. Travestís y muertos. Los travestís son las luminarias impuras, convencionales y valientes, las fuentes de libertad que, a falta de otras, hacen correr la democracia. Una democracia de héroes, tumbas y sabios. Los sabios, claro, están en las Cortes.

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