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En los bigotes del destructor

Los disparos de advertencia efectuados por un avión Mirage de la fuerza aérea marroquí sobre el destructor español Almirante Ferrándiz constituyen un serio argumento para intentar, una vez más, encontrar algo de claridad, lógica y seriedad en las relaciones que España mantiene con Marruecos. La primera conclusión que se obtiene en este monólogo masoquista es que, desde la marcha verde marroquí sobre el Sahara que administraba España hasta nuestros días, el Gobierno de Rabat no ha hecho otra cosa que imponer su voluntad mediante el chantaje continuo y acciones de fuerza.Del claudicante acuerdo tripartito de Madrid, en el que se reconocía a Marruecos y Mauritanía como administradores del territorio del Sahara occidental, se pasó al acuerdo de pesca bilateral -pendiente de ratificación por el Parlamento marroquí desde febrero de 1978-, por el que el Gobierno de Madrid daba al monarca alauita argumentos jurídicos internacionales para presentar desde ese momento como suyo el territorio y unas aguas que, en teoría, simplemente administraba. Posteriormente, y en aras de la tensión y la interinidad permanente, que son los argumentos constantes del país vecino, Rabat consiguió neutralizar la actitud de Madrid sobre el debate internacional del Sahara, reduciéndola a una tímida declaración en la ONU a favor de la autodeterminación saharaui y en buscar un supuesto e ideal equilibrio en la zona.

Las cosas no han quedado aquí. A finales del pasado mes de diciembre, el ministro de Transportes y Comunicaciones, sin encomendarse a los colegas de su Gobierno, firma un nuevo acuerdo interino de pesca de sólo tres meses de duración y con dos consecuencias mayores: España, por el anejo segundo del acuerdo, engancha de motu proprio la cuestión pesquera a una vieja aspiración marroquí, como lo es el paso de sus agrios por territorio español camino de los mercados comunitarios, asimismo, al adoptarse los cánones por barco como elemento de control de la flota pesquera hispana, se da pie a Marruecos para que administre y considere como suya no sólo la costa del Sahara occidental, que administraba desde el acuerdo tripartito de Madrid, sino también las aguas de la zona conocida como Tiris el Garbia, la porción del Sahara cuya gerencia ostentaba Mauritania y que el Gobierno de Nuakchot abandonó, sin aviso previo a la ONU y a la OUA, incapaz de mantener el pulso militar que le presentaba a diario el Frente Polisario.

Desconcierto

Ha sido precisamente en esas aguas que controlaba Mauritania donde un Mirage marroquí se ha permitido disparar en los mismos bigotes del destructor Almirante Ferrándiz, mientras el buque de guerra español intentaba auxiliar a un pesquero hispano al que le habían sido robadas sus provisiones y artes marinas por una lancha marroquí. Hablar a estas alturas de si el barco de pesca español estaba a cuatro o cinco millas de la costa resulta irrisorio en este desconcierto general que enmarca las relaciones políticas, económicas y comerciales entre ambas partes. La lista de capturas de pesqueros hispanos por Marruecos -alguno de ellos hecho preso incluso en la bocana del puerto de Melilla- es ya interminable.

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Interrogantes

Pues bien, habrá que esperar al próximo incidente, porque la paciencia de Madrid parece ser estrictamente proporcional a la osadía de Rabat. El comunicado emitido ayer por el Ministerio de Defensa -el Ministerio de Asuntos Exteriores y la Secretaría de Estado para la Información se inhibieron plenamente de todo tipo de información y comentario- califica el hecho como «no alarmante», y como «satisfactorias», las explicaciones que se dieron ambas partes.

Falta haría conocer cuáles son las explicaciones a las que se refiere el papel del Ministerio de Defensa y por qué fue ocultada la noticia del ataque durante cinco días. ¿Cuántos incidentes más permanecen en cartera? Estas interrogantes no parecen preocupar demasiado al Gobierno, entre otras cosas porque, gracias al ministro de Transportes, tienen garantizada la pesca los barcos españoles del Sur hasta el próximo 30 de marzo, lo que, en comparación con el fracaso negociador pesquero de Bruselas, constituye todo un «respiro» para el sector, según parece creer el ejecutivo. De todas maneras, a la opinión pública le interesan todas estas cuestiones y algo más de carácter general: ¿hasta cuándo el diálogo desigual Madrid-Rabat? ¿Cuáles son las razones de fondo de esta inoperancia política?

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