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El Tercer Mundo condenó a la URSS en la ONU por la invasión de Afganistán

La Unión Soviética sufrió un fuerte descalabro diplomático y moral en las Naciones Unidas, en la noche del lunes al martes, cuando la mayoría de los países del Tercer Mundo, integrados en el movimiento de no alineados, votaron con todas las naciones occidentales una resolución de condena de la invasión de Afganistán por la URSS. Sólo el bloque del Este, con la significativa ausencia de Rumania en el momento del voto, más Cuba, Etiopía, Laos, Mongolia, Angola, Vietnam, Mozambique, Yemen del Sur y Granada apoyaron a Moscú.

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«La Asamblea General de las Naciones Unidas deplora profundamente la ocupación y pide la retirada inmediata, incondicional y total de tropas extranjeras en Afganistán», dice el texto de la resolución de la ONU votada por 104 votos a favor, dieciocho en contra, dieciocho abstenciones y doce ausencias. En ningún momento se menciona a la Unión Soviética, aunque los términos de la resolución no dejan lugar a dudas.El pasado 7 de enero, una resolución del Consejo de Seguridad, que solicitaba la retirada de las «tropas extranjeras» de Afganistán fue vetada por la Unión Soviética, a pesar del voto favorable de diez Estados miembros, dos abstenciones y un voto en contra.

Es evidente que la resolución por sí sola no cambiará los acontecimientos en Afganistán ni conseguirá, probablemente, la retirada de las tropas soviéticas.

Cabe recordar que, en contra de lo que ocurre con las resoluciones del Consejo de Seguridad, las de la Asamblea General sólo tienen valor de recomendación.

Los observadores destacan la importancia del cambio radical de la mentalidad política en el Tercer Mundo. Los primeros en votar fueron Pakistán y Bangladesh; entre los países del grupo de no alineados, 56 países votaron a favor de la resolución, destacando el caso de Yugoslavia, considerado como «cuna» del movimiento no alineado, inspirado por Josip Broz Tito. Gran parte de países del Tercer Mundo también votaron a favor. Se abstuvieron Argelia, Chipre, Guinea Ecuatorial, Finlandia, India, Guinea Bisau, Benin, Burundi, Congo, Madagascar, Mali, Nicaragua, Sgo Tomé y Príncipe, Siria, Uganda, Yemen del Norte y Zambia. Sólo el «bloque» prosoviético de países del Este, más Cuba, Etiopía, Laos, Mongolia, Angola, Vietnam, Mozambique, Yemen del Sur y Granada, votaron en contra. No pasó inadvertida la «ausencia» de Rumania en el momento del voto.

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Junto con Rumania, único país miembro del Pacto de Varsovia que no tomó parte en la votación, Bután, Cabo Verde, Centroáfrica, Chad, Dominica, Libia, las Seychelles, las islas Salomón y Sudán tampoco participaron.

Al no tener ningún valor ejecutivo, la URSS podría teóricamente ignorar la resolución adoptada en la noche del lunes al martes, pero numerosos diplomáticos de la ONU comentaron en los pasillos que políticamente y psicológicamente la diplomacia soviética no podría despreciar el voto de ayer.

Aparte de la amplia mayoría recogida por la resolución y de la mencionada ausencia rumana, la URSS no puede por menos de considerar que un país como Irán, en conflicto abierto con EEUU, aprobó la resolución. Además, v arios países «no alineados», que hasta ahora votaban sistemáticamente con la URSS, se han abstenido: Argelia, Benin, Guinea Bissau, la India, Madagascar, Nicaragua y Siria.

No debe, sin embargo, interpretarse el actual «giro» de tendencias en la Asamblea General de la ONU como una orientación total hacia las tesis de Washington. Varios representantes recordaron su oposición a toda intervención militar de Estados Unidos en la zona, a pesar de conceder su voto a la resolución.

La situación en Afganistán e Irán (donde los cincuenta rehenes norteamericanos cumplieron ayer sus 74 días de cautiverio sin que se vislumbre ninguna solución) inciden en la preparación de una nueva estrategia militar de Estados Unidos en Oriente Próximo. El presidente Jimmy Carter podría anunciarla en su próximo discurso al Congreso, previsto para el 23 de este mes. El consejero especial de Carter en asuntos de política exterior, Zbigniew Brzezinski, explicó, en una entrevista al diario Wall Street Journal, lo que debería ser un «acuerdo-marco» de cooperación en materia de seguridad entre Estados Unidos y todos los países islámicos de la zona. Brzezinski invitó también a Libia e Irak a sumarse al proyecto, esgrimiendo el peligro que puede representar para el Islam la extensión de la influencia soviética en la zona.

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