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Francisco Nieva, premio nacional de Teatro por "Los baños de Argel"

El dramaturgo, escenógrafo y escritor Francisco Nieva obtuvo ayer el Premio Nacional de Teatro 1979, «por el valor plástico de su aportación creadora al teatro español, que culminara con la obra Los baños de Argel de Cervantes».

El jurado que otorgó el premio, instituido por el Ministerio de Cultura y dotado con un millón de pesetas, estuvo formado por María Aurelia Campmany, Mary Carrillo, José Antonio Maravall, José Monleón, Rafael Pérez Sierra, Manuel Gómez Ortiz y Fabiá Puigservert, del Teatre Lliure, ganador del premio de la pasada edición. En el acto de concesión estuvieron presentes el ministro de Cultura y el director general de Teatro.En las votaciones de los miembros del jurado, que analizaron las propuestas y espectáculos del año pasado, se tomaron en consideración Rosa María Sardá, Teatro Estable Castellano (TEC), la recuperación del Real Coliseo de Carlos III, de El Escorial; Francisco Nieva, José Bódalo, Antígona, de Espriu, por el Grupo de Estudios Teatrales de Horta; Pere Planella, Fernando Fernán-Gómez, Adolfo Marsillach, por El Tartufo, y Lola Herrera. A la votación final llegaron Rosa María Sardá, Francisco Nieva, TEC y Real Coliseo de Carlos III. El fallo del premio se acordó por mayoría.

Francisco Nieva (Valdepeñas, Ciudad Real, 1927) está considerado como una de las principales personalidades del teatro español actual. Por circunstancias políticas familiares, residió en varias ciudades, hasta que en 1952 fijó su residencia en París, dedicado a la pintura. Más tarde comienza a escribir obras y ensayos sobre teatro español, publicados por el Centro de Investigaciones Científicas. Participa en los coloquios de Arrás y trabaja como dramaturgo y escenógrafo en diversos trabajos de teatro y ópera en Francia y Alemania. De esta época son sus contactos con el dramaturgo alemán Walther Felsgentein, al que considera su maestro, el TNP, Jean Vilar y lonesco. Regresa a España en 1965, sus obras aparecen en revistas especializadas y ediciones, como el conjunto de obras de su Teatro furioso, y realiza numerosas escenografías, entre las que figuran Marat Sade, de Weiss; El rey se muere, de lonesco; Romance de lobos, de Valle, y La paz, de Arisfófanes. Como autor, en las últimas temporadas estrena Es bueno no tener cabeza, La carroza de plomo candente, El combate de Opalos y Tasia, Sombra y quimera de Larra y Delirio del amor hositl.

El estreno de Los baños de Argel, de Cervantes, se celebró el día 4 de diciembre de 1979, en el teatro María Guerrero, de Madrid, como inicio de la segunda temporada del Centro Dramático Nacional, aunque la obra figuraba en la programación de Adolfo Marsillach. La obra, aceptada con entusiasmo por el público y destacada por la crítica como un gran espectáculo visual, se mantendrá en cartel hasta el mes de abril.

«El premio me ha sorprendido», declaró ayer a EL PAÍS Francisco Nieva, «y me ha levantado una cierta depresión que tenía, debido a esas enemistades absurdas que proporciona el éxito de una obra que, en principio, parecía destinada a un público minoritario. Me conmueve bastante porque España, en general, no se comporta bien con los artistas y no reconoce su esfuerzo.»

El jurado del premio ha destacado los valores plásticos del montaje de Los baños de Argel. «El espectáculo», señala Nieva, «es un conjunto unitario, pretende englobar los conceptos dramáticos, los elementos plásticos, la música, la gestualidad y la interpretación. He intentado hacer con Cervantes un trabajo en profundidad, que me ha costado seis meses con los textos y sólo unos días con la escenografía. Pienso que estamos en una época donde la palabra ha perdido el primer puesto y domina una cultura visual, hay un código de comunicación más accesible y, en el casodel teatro, un concepto dramático visual, que no sólo se refiere a lo bonito y fastuoso. Esta parte visual es hoy fundamental y puede estar en la línea del teatro del futuro, por otra parte ya ensayado por el genio de Gordon Craig. El texto y la interpretación gestual están en conexión con el decorado, al servicio de una expresión dramática.»«Considero que Cervantes era un autor inadaptado a su tiempo, un renacentista en el barroco. Su obra deja una gran libertad de interpretación teatral, como un guión de Fellini o Pasolini. El público ha aceptado Los baños de Argel por la totalidad del espectáculo, como ocurrió con las obras de Lindsay Kemp, que conectan con la cultura de masas, donde ya no se acepta el texto a palo seco.»

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