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La crisis en Asia central

Carter anuncia nuevas represalías contra la Unión Soviética

La reducción del personal diplomático soviético en Estados Unidos y la retirada de algunas facilidades comerciales o de transporte a la Unión Soviética aparecían anoche como las medidas de represalia más probables a adoptar por el presidente Jimmy Carter como respuesta a la intervención militar de la URSS en Afganistán.

Sin embargo, el Departamento de Estado norteamericano dijo ayer que Estados Unidos y la Unión Soviética cumplirán con los términos del tratado SALT II de armas estratégicas igual que si éste estuviera ratificado.Dicha declaración oficial enfrió considerablemente el significado y el impacto del anuncio hecho el jueves por el presidente Carter de aplazar el examen del pacto de limitación de armas estratégicas en el Senado.

Estados Unidos no será quien rompa primero el acuerdo SALT II, indicó Hodding Carter, portavoz del Departamento de Estado.

«Los Gobiernos de Washington y Moscú comparten el punto de vista de que su obligación es abstenerse de tomar acciones que pudieran ser contrarias al objetivo y al propósito de un tratado firmado, pero aún no ratificado. »

Carter iba a dirigirse al país por televisión a las nueve de la noche de ayer, hora local (tres de la madrugada del sábado, hora de Madrid), en su primer discurso público sobre la situación en Afganistán. Se esperaba una alocución dura y el anuncio de medidas punitivas contra los soviéticos, aparte de la ya conocida petición al Senado.

Muy probablemente, Carter pedirá una reducción en el número de diplomáticos soviéticos residentes en Estados Unidos, lo que equivaldría a la salida del país de algunos de ellos en un plazo breve. Actualmente hay 143 diplomáticos rusos en la embajada en Washington, de los que diecisiete son militares. Otra posible medida de represalia sería un aplazamiento en la apertura del nuevo consulado soviético en Nueva York, prevista para el mes de marzo. La respuesta de Moscú será, lógicamente, análoga, con lo que el staff diplomático norteamericano en la URSS tendrá también que ser reducido.

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Los derechos de aterrizaje en territorio norteamericano de la compañía aérea soviética Aeroflot podrían verse asimismo afectados, se comentaba ayer, lo que se traduciría en una reducción de los actuales tres vuelos a la semana que tiene Aeroflot entre la URSS y Norteamérica.

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Washington parece descartar un embargo en las ventas de cereales a la URSS

(Viene de primera página.)

Un embargo en las ventas de cereales a los rusos parecía totalmente descartado a nivel oficial, aparte de que la Unión Soviética ha venido acelerando sus compras en los últimos meses y de que en un año electoral no sería muy conveniente para Carter el ganarse las antipatías de los granjeros del Medio Oeste.

Pero los sindicatos de estibadores sí que podrían interrumpir los envíos de grano norteamericano a la URSS, y una propuesta de boicot estaba ya circulando por los locales del sindicato.

Las diversas posibilidades de represalias contra la URSS fueron analizadas de nuevo ayer por el presidente Jimmy Carter y sus consejeros en política exterior. En la reunión celebrada en la Casa Blanca se estudiaron también fórmulas de aislar diplomáticamente al nuevo régimen de Afganistán, que Washington califica de «títere» de la URSS, y de reforzar militarmente a los países aliados de la zona, especialmente Pakistán.

El secretario norteamericano de Defensa, Harold Brown, emprendió ayer viaje a la República Popular China y aunque la visita oficial, primera que hace un jefe del Pentágono, estaba prevista desde hace meses, es evidente que la intervención soviética en Afganistán será el principal tema a discutir durante la estancia de Brown en Pekín.

Estados Unidos y China podrían coordinar sus esfuerzos destinados a fortalecer militarmente a Pakistán, como resultado de la nueva situación en el área. Por otra parte y en el contexto de las acciones de represalia contra la URSS, la Administración Carter puede aumentar el techo de sus exportaciones de tecnología a la República Popular China e incluso añadir alguna susceptible de utilización militar. Concretamente se habla de una estación de seguimiento de satélites del tipo Landsat II, que suministraría información sobre cosechas y depósitos minerales.

Mientras tanto, el Pentágono ha enviado a la zona de tensión seis nuevos buques de guerra, entre ellos un portahelicópteros y tres equipados con vehículos anfibios de desembarco, que salieron ayer de San Diego, en California, hacia el mar Arábigo. Dos portaaviones y otros diecinueve barcos de guerra se encuentran en esas aguas desde prácticamente el comienzo de a crisis de Irán, hace ya 62 días.

La posibilidad de que Washington impusiera un bloqueo naval a Irán tras los repetidos fracasos en las tentativas de liberar a los rehenes todavía no se ha descartado. Fuentes del Pentágono aclararon que aunque este nuevo contingente está equipado con vehículos de desembarco, capaces de transportar a 3.000 marines a tierra firme, no viajan a bordo tropas de desembarco.

El Gobierno norteamericano anunció también ayer que acelerará el envío de material militar comprado hace algún tiempo por Pakistán y valorado en 150 millones de dólares. La Administración Carter piensa pedir al Congreso que levante el embargo impuesto a Pakistán cuando se sospechó que este país estaba fabricando una bomba atómica, y ha alentado incluso a Pakistán a que presente una «lista de compras» de moderno equipo bélico.

Estados Unidos obtuvo una importante victoria diplomática ayer, cuando 43 países, entre ellos España, solicitaron la reunión urgente del Consejo de Seguridad, para «considerar la situación en Afganistán y sus implicaciones para la paz y la seguridad internacionales».

El ministro de Asuntos Exteriores del nuevo régimen afgano, sha Mohamed Dost, envió una carta al presidente del Consejo de Seguridad en la que dice que la discusión solicitada por los 43 países supone una «clara y directa interferencia en los asuntos internos de Afganistán», por lo que urge al Consejo de Seguridad para, que cancele la sesión.

Abdul Jakim Tabibi, representante, permanente de Afganistán ante la ONU desde hace treinta años, anunció ayer en conferencia de prensa la renuncia a su cargo en señal de protesta por la invasión soviética de su país.

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