¡Vaya broma!
LA OFICINA de prensa del Ayuntamiento madrileño no tiene nada mejor que hacer que abundar en la manida y ya en desuso costumbre de las «inocentadas». En una nota oficial fechada el día 27, esta «oficina de prensa» aseguraba que la Policía Municipal cambiaría el color y el modelo de sus uniformes. Aun cuando la nota sumaba notables incongruencias, como el color rojo de los uniformes o el plisado de las faldas de las guardias, o tonos y cortes acordes con los entornos socioecológicos, la decisión no hubiera sido menos incongruente que otras de verdad atribuibles al Ayuntamiento madrileño. No es así de extrañar que varios medios de comunicación -EL PAÍS entre ellos- la dieran por buena, publicándola.Nos molesta, como a cada cual, que nos hayan tomado el pelo y, desde luego, no vamos a eximir nuestras responsabilidades. Algunos colegas, como Diario 16, se dieron cuenta de la inocentada. Los redactores de EL PAÍS, no; sin duda, porque son más inocentes y tienen menos colmillo retorcido. Nosotros aceptamos deportivamente la broma. Pero no es tolerable confundir el buen humor y el desenfado con la irresponsabilidad. Los organismos públicos no son sufragados por los ciudadanos para que gasten su tiempo en hacer bromas, sino para trabajar con eficiencia. Y aquí la oficina de prensa del Ayuntamiento de Madrid suma a sus tontilocadas de colegio una ineficacia informativa y un descaro en las relaciones públicas de los ediles que raya en el escándalo. En conjunto, y salvando todas las excepciones personales que se quieran, las doce personas, doce, que forman el gabinete de prensa del Ayuntamiento son paradigma de esas «murallas chinas» en que devienen los servicios oficiales de información pública, y que tienen por mejor tarea, aparte de reírse, la desorientación, la manipulación de noticias, la intoxicación informativa de carácter partidista y la puesta de obstáculos al trabajo de los profesionales de la libre información.
Por lo demás, que la gracia informativa del Ayuntamiento haya tomado por sujeto al cuerpo de los policías municipales obliga a pensar en que a la torpeza se añade el escarnio. El Ayuntamiento, en suma, está para bromas. A ver qué nueva genialidad se les ocurre.
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