La industria muñequera española factura al año 8.000 millones de pesetas
La industria española de fabricación de muñecas, cuya producción en 1978 superó los 8.000 millones de pesetas, está amenazada por la competencia de Corea, Hong-Kong y Taiwan, donde se produce con costes de mano de obra irrisorios. Esta competencia puede terminar en breve plazo -tras la caída de los grandes fabricantes alemanes y franceses en la última década- con los últimos reductos europeos (España e Italia) para la fabricación de muñequería.
El sector está integrado en estos momentos por medio centenar de fábricas; el 99% de las mismas se encuentran enmarcadas en una pequeña comarca alicantina, que reúnen una plantilla aproximada de 2.200 trabajadores. Las dimensiones por planta son mínimas:Generalmente, las empresas de muñecas cuentan con una sola planta para la fabricación de muñecas, si bien algunas participan en industrias auxiliares.
En cuanto a la distribución profesional de las plantillas, un 2% corresponden a licenciados y técnicos; un 8%, a cuadros técnicos y mandos intermedios; un 4%, a administrativos; un 2%, a oficiales de taller mecánico; un 47,5 %, a profesionales especialistas masculinos, y un 36%, a profesionales especialistas femeninos.
La industria de fabricación de muñecas utiliza principalmente como materias primas plásticos, tejidos y cartonaje. Los tejidos y el cartonaje son de procedencia ciento por ciento española, mientras que los plásticos proceden de la industria nacional en un 90% y el 10% restante es de importación
Hace unos años se importaban voces y micromotores de procedencia japonesa, pero en la actualidad la industria auxiliar española suministra todos estos accesorios en mejores condiciones de calidad y precios.
La industria de fabricación de muñecas, según un estudio sobre el sector realizado por la Cámara de Comercio de Alicante en septiembre de 1979, presenta la siguiente estructura de costes:
Las materias primas, especialmente los plásticos, como derivados del petróleo, y los costes de mano de obra, son las dos partidas que pueden suponer un peligro más inmediato para hacer irrentable este tipo de industria en nuestro país.
Problemas estructurales y coyunturales
La gran atomización industrial y comercial, que impide alcanzar la masa crítica para optimizar compras, exportaciones e investigación, constituye uno de los principales defectos del sector.
A ello habría que añadir una baja productividad, que se traduce en una pérdida sistemática de fuerza competitiva, reforzada por el incremento general y continuo de los costes.
Hay que reseñar también un estancamiento de las inversiones. En los últimos años, el sector no ha invertido ni en nuevas industrias ni en ampliaciones de las existentes. Dos razones -la crisis económica general y el incierto futuro de esta industria- podrían explicar esta falta de inversiones.
Se da también una descapitalización creciente de las empresas, debida fundamentalmente a la falta de fuentes de financiación apropiadas.
Por último hay que mencionar la crisis económica general, que para este sector, según estimaciones, va a suponer la desaparición de, al menos, diez empresas marginales.
Entre la supervivencia y la reconversión
La entrada de España en la CEE puede suponer un grave contratiempo para esta industria, ya que si, por una parte, nuestras muñecas van a encontrar mayores facilidades para entrar en los mercados europeos, por otra, vamos a tener que aplicar a terceros países la tarifa exterior comunitaria (TEC), con lo que la irrupción en nuestro propio mercado de muñecas fabricadas en Corea, Hong-Kong o Taiwan puede suponer el desplome definitivo del sector.
Hasta ahora, según declaró a EL PAÍS Elio Berenguer, fabricante de Onil, es más una amenaza en el horizonte que una realidad. Pero, en cualquier caso, la solución más apuntada se centra en trasladar las fábricas a países de mano de obra barata, especialmente Iberoamérica, y transformar las exportaciones de muñecas en exportaciones de tecnología, de troqueles y de diseños. El propio señor Berenguer ha dado ya un paso en este sentido y ha montado una fábrica de muñecas en Portugal, con lo que ha logrado introducirse en aquel mercado, tradicionalmente difícil para nuestras muñecas. Esta parece ser la única forma de subsistir en un mercado mundial copado ya por multinacionales, que cuentan con sedes comerciales y centros técnicos en Estados Unidos o Europa y con factorías de montaje de muñecas en los mencionados países asiáticos. En estos países la mano de obra es un 80% más barata que en España.
De todos modos, el mayor peligro se centra en las producciones baratas y de baja calidad. Las muñecas de alta tecnología podrán resistir mucho mejor en una primera etapa. El porvenir de esta industria, en cualquier caso, es absolutamente incierto, y todo parece indicar que, como en el resto de Europa, está llamado a desaparecer.
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