Yo diría a
los niños lo que pasó. Estoy seguro que me entenderían. Les contaría, sin objetivos ni programaciones, que no crezcan, porque es mejor jugar como ellos juegan que no a las guerritas, donde matan gente. Les diría además que esta guerra de los mayores es de verdad, que a nosotros, los maestros, nos da pena enseñar estas cosas porque no son nada educativas, nada educativas para la vida futura, porque esto pasa continuamente en la vida de los mayores, y el maestro, que «lo sabe todo», no sabe o no puede explicarlo, porque es impotente, y llora de rabia al pensar en sus niños, en «,cómo les educa» y «para qué».Creo, estoy seguro, que dirían, con ojillos tristes: «No queremos crecer.»
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