EEUU levanta su embargo comercial contra el régimen de Salisbury
La conferencia constitucional para lograr la paz en Rodesia concluyó ayer, después de catorce semanas de reuniones, con desacuerdo final por la negativa del Frente Patriótico a firmar el documento aceptado ya por Gran Bretaña y el ex Gobierno rodesiano. Los representantes del grupo guerrillero, en el momento álgido de su etapa más agresiva durante la conferencia, dijeron «no» a las propuestas británicas. Por otra parte, en Washington, el presidente Carter anunció ayer el levantamiento del embargo comercial de EEUU contra Rodesia.
El Foreign Office, cuyo titular, lord Carrington, confesó estar «amargado, alterado y angustiado» por la postura de Josua Nkomo y Robert del ugabe, aún confía en que en las últimas horas pueda producirse la firma final del documento, después de una nueva reunión que esperan mantener esta tarde con los obstinados líderes del Frente Patriótico.La sesión «final» de la conferencia se atrasó noventa minutos, después de una nueva reunión por separado de los líderes guerrilleros con el ministro británico de Asuntos Exteriores, la segunda en menos de veinticuatro horas.
La sesión de ayer, que los británicos anunciaron como «última y definitiva», se inició con un clima de tensión por las últimas declaraciones públicas del portavoz del Frente, doctor Eddison Svobgo.
Rechazando el ultimátum británico, Svobgo dijo a lord Carrington «que se ahorque» y a Margaret Thatcher «que se arroje al Támesis».
El documento para el alto el fuego en Rodesia prevé quince bases para el Frente Patriótico, frente a cuarenta para las fuerzas del Ejército regular rodesiano. Nkomo y Mugabe quieren 31 enclaves para sus fuerzas.
Cuando Gran Bretaña dijo que las propuestas eran definitivas y no negociables, y presentó el documento a la firma, la respuesta guerrillera fue: «Si no hay más negociación damos la conferencia por rota y nos volvernos a la selva a luchar.»
Mientras tanto, Lord Soames, el nuevo gobernador británico, aún no aceptado por el Frente Patriótico, sigue en Salisbury con las manos atadas sin poder hacer nada hasta el acuerdo definitivo en Londres.
Complot
Los líderes guerrilleros dicen que hay una creencia general en Africa de la existencia de un «complot gigantesco para masacrar las fuerzas del Frente Patriótico».El Gobierno británico cree que el Frente sólo trata de ganar tiempo y que tarde o temprano va a ceder. Por ello no dudó en dar por finalizada la jornada final de la conferencia aun con su desacuerdo.
«La negociación ya está completada. El documento se ha presentado a la firma de las tres partes y dos lo han firmado. La puerta permanece abierta para que el Frente Patriótico haga lo propio», dijo el portavoz británico, Nicholas Fenn.
Pero el Foreign Office aún cree posible un acuerdo en conversaciones que ayer debía mantener. con el Frente antes de que lord Carrington viaje mañana a Washington con la primera ministra.
Guerra civil
Si Gran Bretaña no logra el acuerdo final del Frente Patriótico, Londres podría verse técnicamente envuelta en una guerra civil en Rodesia, cuyo status de colonia británica bajo el mando de un gobernador colonial fue reintroducido esta semana. Políticos de la oposición han advertido del peligro de que Inglaterra sufra un «mini-Vietnam».Sin embargo, la paciencia y el tesón de lord Carrington a través de más de tres meses han logrado ya lo que al principio parecía imposible: una nueva Constitución para la colonia rebelde, un plan para celebrar nuevas elecciones y casi toda la estructura de un alto el fuego para finalizar una guerra civil de siete años de duración.
El plan británico para el alto el fuego es un detallado documento de doce páginas, completado con mapas en los que se detallan los puntos de reunión en los que deberán permanecer las unidades de los dos ejércitos rivales, mientras una fuerza de 1.200 soldados de la Commonwealth se sitúa como tapón en la mitad para verificar el alto el fuego. Teniendo en cuenta que se trata de una guerra de guerrillas, sin frentes fijos, los enclaves de concentración de ambos bandos están dispersos por todo el país, en una distribución que trata de reflejar sus respectivas áreas de influencia.
Pero las guerrillas mantienen que se les pide que abandonen territorio que actualmente controlan, y que pasará a ser dominado por el Ejército regular de Salisbury. También quieren más enclaves que los quince que les concede el plan británico.
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