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Sin reacción oficial en Teherán ante la salida del sha de Norteamérica

La mayor parte de los iraníes se fue ayer a la cama sin conocer que su antiguo emperador había dejado Texas para marchar a Panamá. Ni el telediario de las nueve de la noche ni los diarios hablados de la radio iraní dieron a conocer la noticia. A las once de la noche (ocho y media en Madrid), la televisión pasaba un capítulo de una larga serie francesa sobre la segunda guerra mundial.Sólo los miles de iraníes que, como en los tiempos del sha, pegan la oreja todas las noches a las emisoras de onda corta pudieron saber lo que pasaba.

Frente a la embajada norteamericana, unas doscientas personas gritaban bajo la lluvia: «Markba America» («Muera América») y nadie creía que el sha se hubiera marchado por fin de Estados Unidos.

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Los «estudiantes-centinelas» que vigilan la puerta principal de la embajada se negaban a atender a los periodistas. Sólo a través del teléfono, y con bastante dificultad, pudimos conectar con uno de los estudiantes que mantienen secuestrados a los cincuenta rehenes norteamericanos. «No tenemos nada que decir, esperamos instrucciones», fue el único comentario.

El ministro de Asuntos Exteriores, Sadegh Ghotzadek, se había reunido con varios miembros del Gobierno y del Consejo de la Revolución. A última hora de la noche no se conocía todavía ninguna reacción oficial.

En las redacciones de los periódicos de Teherán, que saldrán hoy con la noticia, se comentaba que Bani Sadr había vuelto urgentemente de Tabriz, en donde se encontraba negociando con la minoría turca. A las once de la noche (ocho y media de la noche hora de Madrid), Jomeini seguía reunido en Qom con el Consejo de la Revolución. Según una buena fuente, los «estudiantes» se habían puesto ya en contacto con el imán para pedirle consejo sobre el siguiente paso a dar.

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¿Juicio?

La única pista que existe para tratar de averiguar cuál será este «siguiente paso» es la respuesta de uno de los «estudiantes islámicos» durante una entrevista celebrada hace más de tres semanas. «Si el sha se va de Estados Unidos, juzgaremos inmediatamente a los rehenes», se dijo entonces.

La rabia o el desencanto son las dos reacciones más previsibles. Es de suponer que los «estudiantes» se consideren burlados al ver que se les escapa su presa. Aunque, con menos probabilidad, también se puede prever que, cansados de tan larga historia, se decidan a soltar a los rehenes. En cualquier caso, pocas son las presiones a las que Irán puede someter a un pequeño país como Panamá.

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