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España quiere ser informada de la modificación de los reglamentos de la CEE

Soledad Gallego-Díaz

«Estoy satisfecho de la marcha de las negociaciones para la adhesión de España al Mercado Común», dijo el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, a su llegada al aeropuerto militar de Bruselas. El señor Suárez insistió en que, en las veinticuatro horas que permanecerá en la capital belga, invitado por el presidente de la comisión europea, no mantendrá ningún encuentro «secreto», aludiendo, sin duda, a los rumores que existían sobre un posible contacto con mandos de la OTAN. El señor Suárez fue recibido por el vicepresidente de la comisión europea, Lorenzo Natali, y no por el presidente, Roy Jenkyns, con quien después cenaría en la residencia de Chateau de Hulpe.

El presidente del Gobierno español dijo que el objetivo principal de su visita a la sede de la Comunidad era cambiar impresiones sobre «el horizonte de los años ochenta y los problemas internos de la Comunidad».

A la cena de trabajo, que se inició a las ocho y media, asistieron,, junto con el presidente Jenkyns, los vicepresidentes Natali, Ortoli, Haferkamp y Guntelach, así como el jefe de la delegación para la ampliación de la CEE, Roland de Kergorlay. Por parte española, además del ministro para las Relaciones con la CEE, Leopoldo Calvo Sotelo, se encontraban presentes el embajador Aguirre de Cárcer y el jefe de la misión ante la Comunidad, Raimundo Bassols.

Entre los temas que el presidente del Gobierno español podría plantear a los dirigentes de la Comunidad Europea figura el deseo de su Gabinete de estar informado y «ser escuchado» en todo cuanto se relacione con la modificación de los reglamentos internos de la CEE. La visita de Suárez, que fue calificada ayer en la CEE como «visita de trabajo», no será objeto de ningún comunicado conjunto ni de ninguna declaración final por parte de la Comisión.

Otro de los temas tratados en la cena con especial interés fue el de los calendarios de la negociación para la adhesión de España al Mercado Común. El señor Jenkins es partidario de mantener un ritmo vivo, aunque después deba paralizarse el proceso negociador, a la espera de las próximas elecciones presidenciales francesas.

En el campo de las políticas concretas, el punto más espinoso en estos momentos es el de la pesca. La negociación hispano-comunitaria en este punto se encuentra en un momento crítico y, pese a todas las protestas de la misión de nuestro país, las cuotas serán, sin duda, reducidas.

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La incidencia de la agricultura española en el Mercado comunitario será otro de los aspectos tratados en las conversaciones del presidente Suárez y Roy Jenkins. El vicepresidente Gundelach acaba de visitar España para recoger información de primera mano antes de dar los últimos toques al documento que presentará a la Comisión a primeros de 1980.

Gundelach, calificado de «hombre frío» por alguno de sus interlocutores españoles, ratificó en Madrid la imposibilidad de acceder a las peticiones españolas en materia de pesca y no descubrió cuál será el contenido final de su informe.

En medios cercanos a la Comisión Europea se contemplaba con alguna extrañeza el deseo del presidente Suárez de no mantener ningún contacto con la prensa ni propiciar ningún comunicado final conjunto. «El presidente español desea presentar su visita como un "viaje de trabajo" y se respetará su deseo», señalaba un portavoz de la CEE, para quien, sin embargo, Suárez rodea su estancia en Bruselas de muchas precauciones.

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