La fuerza nuclear estratégica de Francia forma parte de su mitología nacionalista
En contra de la opinión más generalizada, sólo apoyado por sus fieles o «ciegos» seguidores, el general De Gaulle, para cimentar la salvaguardia de la independencia nacional, inició la edificación de una fuerza nuclear. En 1979 las tornas han cambiado: si no con el mismo entusiasmo, todas las grandes fuerzas políticas del país aceptan lo que se vulgarizó con el nombre de «Force de Frappe» (Fuerza de Ataque), pero que hoy prefiere calificarse de «fuerza de disuasión» porque el concepto estratégico francés «es esencialmente defensivo», es decir: «se trata de disuadir a un agresor de atacar a Francia, persuadiéndole de que una acción militar mayor por su parte forzaría el desencadenamiento de represalias estratégicas en el corazón de su propio territorio, con las pérdidas humanas y materiales consecuentes».Por ello, la fuerza nuclear estratégica, actualmente operacional, francesa tiene por objeto impedir la guerra, según declararon a EL PAIS fuentes autorizadas del Ministerio de la Defensa.
Independencia total
Este principio inicial de la doctrina de defensa francesa, determinada por la disuasión nuclear, se complementa y desarrolla como sigue: el objetivo primero es mantener íntegra la independencia nacional, lo que excluye toda alineación con otros países o grupos de países. Esto, para los franceses, no significa neutralismo y, por ello, aunque «se rechaza el retorno a la organización militar integrada de la OTAN, Francia continúa siendo miembro de la Alianza Atlántica». Para que este sistema de defensa sea creíble «es menester una capacidad técnica y una voluntad política».
Técnicamente, la fuerza de disuasión francesa «goza de independencia total», ya que, contrariamente a la británica, según estiman los expertos aquí, no depende de la tecnología americana. Políticamente «es necesario también que nuestra amenaza sea creíble para que se la considere.
Esto podría resumirse diciendo que hay que convencer al eventual enemigo de que seríamos capaces de apretar el gatillo atómico. Existe, en efecto, la posibilidad de burlar la disuasión, en una guerra convencional, cuando el enemigo, con toda una serie de acciones limitadas, nos impide amenazar con el todo o nada, es decir, con la fuerza nuclear. Para evitar esta diversión, nuestra capacidad nuclear estratégica, además del complemento de las fuerzas convencionales que responderían a los ataques menores, está dotada del armamento nuclear táctico, cuyo papel es doble: primero, debido a su sola existencia, convence al enemigo de que en cualquier momento es posible el empleo de la disuasión nuclear y, segundo, sirve al poder político para advertir solemnemente la irrupción de las armas estratégicas. En resumen, el concepto estratégico es global, porque disuade al enemigo a todos los niveles de la agresión. Esto es específico de la disuasión francesa. Los soviéticos y los norteamericanos, por el contrario, no establecen un lazo directo entre la amenaza del empleo del armamento nuclear táctico y el desencadenamiento de las represalias estratégicas y disocian el empleo del armamento nuclear táctico y del estratégíco».
Esta doctrina de la defensa, fundada en la disuasión nuclear, reposa sobre unos medios concretos cuya capacidad cuantitativa y cualitativa no es fácil comparar a la de las otras cuatro potencias nucleares conocidas: Estados Unidos, URSS, China y Gran Bretaña. Generalmente se admite que Francia es el «tercer grande» del átomo bélico. La disuasión se fundamenta en las fuerzas nucleares estratégicas y en el arma nuclear táctica. Como complemento, la defensa francesa cuenta con las fuerzas clásicas o convencionales, a las que presta atención creciente.
En el plano puramente político, la fuerza de disuasión, en opinión de una fuente autorizada del Ministerio de Asuntos Exteriores francés, le arroga a Francia «una presencia en el mundo» y unas bazas diplomáticas que obliga a los demás países a contar con ella. En primer lugar, «frente a Estados Unidos y URSS nos concede una independencia. En el seno de la Alianza Atlántica pasa lo mismo. Esto no quiere decir que deseamos que los americanos abandonen Europa occidental, pero la fuerza de disuasión nos permite dialogar. Respecto a la URSS, nuestra fuerza de dísuasión evita la tentación de un chantaje nuclear, y los soviéticos no podrán hablarnos nunca como a los demás países».
Parte integrante de la defensa occidental
Por otra parte, en el contexto de la defensa occidental, los responsables galos estiman que «nuestra fuerza de disuasión juega un papel, es decir, no es todo, pero es una parte de la defensa de Occidente». Incluso con relación a la República Federal de Alemania «pensamos que la fuerza de disuasión nos hace más creíbles». A propósito de los alemanes, conviene subrayar que durante los últimos meses se ha desarrollado un amplio y sereno debate sobre la conveniencia de crear una fuerza atómica francoalemana.
Por otro lado, se mantenía que el tándem Francia-Alemania podía ser el germen de una fuerza de disuasión europea independiente de la americana. Las autoridades oficiales, por ahora al menos, consideran que el proyecto «no es serio»: en primer lugar, el argumento económico no se considera válido porque la fuerza de disuasión «es barata, porque sólo cuesta el 14% del presupuesto militar, de 77.000 millones de francos». Políticamente sería inoportuno «porque los alemanes mismos se han comprometido a no dotarse de armas nucleares y además constituiría una provocación a la Unión Soviética».
Las autoridades galas mantienen igualmente su «no» categórico al pleno retorno a la OTAN, aunque, como está estipulado, colaborarían en caso de agresión exterior. Y a pesar de que el Gobierno actual se dice el defensor «número uno» de la construcción comunitaria, «considera que no es viable hoy una fuerza de disuasión europea».
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