Julio Caro: "La cultura del hombre moderno no puede ser exclusivamente nacional"
«Si queremos que una toma de conciencia nacional sea positiva, hemos de partir de la idea de que la cultura del hombre moderno no puede ser nunca exclusivamente nacional», dijo el martes pasado el antropólogo e historiador Julio Caro Baroja, quien realizó un análisis crítico sobre cien años de cultura vasca en el palacio de Velázquez, del Retiro, donde se expone estos días una muestra de arte del País Vasco, según informa Efe.
Caro Baroja se refirió a la idea de que en el vasco, como en cualquier otro hombre de un grupo considerado étnicamente fuerte, «tenemos que apreciar la dimensión humana que le enraíza con su país, lengua, cultura, pero también la dimensión universal que tienen los vascos más ilustres de nuestra historia, por la que son conocidos no sólo en España, sino también en el mundo».Después de puntualizar los equívocos que puede encerrar la palabra «cultura», «que supone desde la tecnología científica hasta las bellas artes, o desde la religión hasta el arte culinario», hizo un repaso por materias de las tendencias de la sociedad vasca a finales del siglo pasado y explicó cómo existió un contingente grande en estos años de personas dedicadas a la ingeniería, arquitectura, medicina y ciencias naturales, pero pocas al humanismo y letras en un sentido universitario.
Citó como ejemplos, entre otros, los nombres de Gortazar, Iarza, Aranzadi, Achúcarro o el del doctor San Martín, en Medicina, «que, aunque fue considerado entonces como figura de primera importancia, hoy ha sido olvidado», y explicó cómo la actividad de estos vascos fue más allá de lo nacional.
En pintura, ya a comienzos de siglo, mencionó a Iturrino, «que mamó su espíritu-artístico fuera del País Vasco y de España. por lo que no tiene una especificidad absoluta desde el punto de vista étnico», o de Zuloaga. Habló también de Arteta, Arrúe y otros que practicaron un folklorismo pictórico según el cual se acercaban más al vasquismo que los anteriores. hasta que surgió la primera teoría del crítico Juan de la Encina acerca del arte vasco, junto con una toma de conciencia de los intelectuales del país para agrupar a las figuras más importantes dentro de ese concepto.
«Implica cierta tiranía de espíritu», dijo también, «el determinar si un escritor es vasco o no por el hecho de que escriba en euskera», señalando que «hay que aceptar la adscripción hacia afuera de algunos escritores considerados españoles-vascos, como Maeztu, Bueno, Basterra..., como una condición histórica y no como una voluntad».
Terminó refiriéndose al momento específico que vivimos hoy, en que un gran número de artistas toman conciencia étnica de su personalidad, para sacar de ella algo importante y explicar su obra. Puso como ejemplos a Basterrechea, Oteiza o Chillida, entre otros, matizando que «si hay vascos que a otros, por ser de su época, quieren repudiarlos, yo no estoy con esos vascos, sino con los repudiados».
Babelia
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