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Gran Bretaña amenaza con una crisis europea en la "cumbre" de Dublín

La primera ministra británica, Margaret Thatcher, ha advertido seriamente a la Comunidad Económica Europea que si la aportación británica al Mercado Común no se reduce Europa se enfrentará a una nueva crisis.En una reunión informal con los periodistas, el secretario del Foreign Office, lord Carrington,. puso de manifiesto qu.e Gran Bretaña pretende que sus peticiones presupuestarias sean atendidas.

Al dar cuenta a laprensa del discurso pronunciado por la señora Thatcher ante sus colegas europeos, lord Carrington citó textualmente la frase clave del discurso de la primera ministra británica en la cumbre de Dublín.

«No deseamos crear una crisis cuando existen tantos problemas en el mundo..., pero nuestra contribución es absolutamente injusta e inaceptable», manifestó la primera ministra.

La cumbre europea inició sus dos días de reuniones en el castillo de Dublín, ayer por la tarde, con la lectura de un informe sobre la situación económica de la Comunidad, informe que presentó un panorama francamente pesimista como consecuencia de los continuos incrementos de precio de los crudos.

La reunión estuvo precedida por un almuerzo ofrecido a los jefes de misión por el presidente de la República de Irlanda,

Como es habitual en este tipo de reuniones, losjefes de Gobierno de la Comunidad practicaron la política de «el que esté libre de pe icado que tire la primera piedra». Así, el canciller Schmidt consideró escandaloso el precio que Gran Bretaña cobra a sus colegas eu ropeos por el petróleo del mar del Norte, que se pueele comparar al marcado por los países árabes más agresivos.

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El Gobierno Thatcher advierte que los británicos no acaban de comprender el Mercado Común

(Viene de primera página.)Además de esta defensa de la posición alemana, Francia propuso la adopción de medidas parale las enmaterias tan vitales para la Comunidad como el transporte, el carbón y la agricultura.

Por su parte, Holanda adopto una táctica de boca cerrada en el tema del petróleo; y es comprensible su actitud, ya que una reducción en el consumo petrolífero por parte de los países comunitarios le privaría de la sustanciosa comisión que recibe a través de la venta de crudos en el mercado sopt de Rotterdam.

Pero indiscutiblemente el plato fuerte de: la reunión fue el discurso de la dirigente británica. Todos los países com unitarios saben perfectamente, a lo que se exponen si Londres decide simplemente apli car un boicot a las instituciones europeas.

Lord Carrinaton tuvo especial interés en declarar ante los representantes de los medios informativos que cubren la reunión de Dublín, que Gran Bretaña habla en seno porque, de no atenderse sus ción sustancial en su aportación al presupuesto comunitario. Y habla en serio porque de no atenderse sus peticiones, el Gobierno conservador se encontraría con una dificilísima situación política interna, en un País insular, que todavía no acaba de comprender muy bien por qué tiene que pertenecer al Mercado Común cuando desde el punto de vista económico le resulta mucho más favorable basar su comercio exterior en los países de la Conimonwealth. Por otra parte, la alternativa para el Mercado Común, caso de no satisfacer las peticiones británicas, sería correr el riesgo de negociar dentro de unos años con un partido laborista totalmente antieuropeo y que convertiría el tema de la retirada británica del Mercado Común en su caballo de batalla electoral.

Por eso, la señora Thatcher hizo especial hincapié en su discurso ante sus colegas europeos, en que el problema de Gran Bretaña «no era sólo un problema comunitario, sino un problema muy serio de política interna».

Carrington dejó la puerta abierta a la esperanza cuando manifestó que el tema de la contribución presupuestaria británica no iba a terminar en la primera reunión, sino que sería abordado durante la cena informal que ofreció anoche el primer ministro irlandés, Jack Lynch y que sería discutida también en la reunión plenaria de hoy.

El coco de las pretensiones británicas reside en Francia, que naturalmente ve amenazada la política agraria de la Comunidad, una baza que por razones de política interna no está dispuesta a perder el presidente Giscard. Parece que Dinamarca comparte la posición francesa. Su primer ministro, Jorgensen, manifestó a la radio irlandesa que era imposible encontrar una solución como la propuesta por la señora Thatcher.

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