¿Recuerdas Berkeley en el 68?

Un investigador insólito (The Big Fix). Descendiente del Sam Spade de Dashiell Hammett, del Philip Marlowe de Raymond Chandler y del Lew Archer de Ross MacDonald, Moses Wine es el detective privado protagonista de las tres novelas de Roger L. Simon. Judío, ex estudiante de Berkeley, divorciado, padre de dos niños y propietario de un Wolkswagen, Moses Wine tiene dificultades para pagar la pensión mensual a su ex mujer, pero sobrevive a sus aburridos casos de divorcio gracias al sentido del humor con que toma su vida. El máximo interés de este personaje, creación de Roger L. Simon, una de las más recientes y mejores aportaciones al género policiaco, nacido en Nueva York en 1943 y diplomado en arte dramático por la Universidad de Yale, es su actividad política durante el final de los años sesenta en la Universidad de Berkeley.La acción de Un investigador insólito se desarrolla durante un período electoral, para gobernador de California, y la encuesta que desarrolla Moses Wine está encaminada a encontrar al líder extremista del 68, Flowar Eppis, y al líder sindicalista chicano Luis Vasquez. Pero lo que revela el desarrollo de la acción, además de una atractiva trama de carácter tradicional, es el desencanto de la generación que en 1968 luchó en la Universidad de Berkeley contra el racismo y la guerra de Vietnam y que ahora trabaja como detective, publicista o se dedica a apoyar al menos idiota de los candidatos a gobernador, expuesto con la ración de humorjusta para que la película se convierta en una sátira de la izquierda californiana, entre la que no es difícil imaginar a Roger L. Simon y también a Jeremy Paul Kagan.

Como Francis Ford Coppola, George Lucas, John Milius y Steven Spielberg, Jeremy Paul Kagan, nacido en 1948, también estudia cine en una Universidad norteamericana, en su caso en la de Harvard. Tras hacer algunos «telefilmes», debutajn el cine con Héroes (1977) y alcanza una cierta notoriedad con este The Big Fix, absurdamente rebautizada entre nosotros. Aunque evidentemente es un nombre a seguir, justo es reconocer que el mayor mérito de este atractivo policiaco se debe a Roger L. Simon, tanto por haber escrito la novela homónima inicial como por haberla sabido adaptar al cine sin que pierda nada de su particular encanto. Jeremy Paul Kagan se ha limitado a desarrollarlo en correctas imágenes, sin excesiva imaginación, lo que por otro lado no es poco dado los tiempos que corren. El resultado, es una de esas curiosas «películas negras» que antes se hacían con una cierta regularidad, pero que cada vez son más difíciles de encontrar.