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Entrevista:

Entrevista con el investigador inglés Eric J. Hobsbwan

«La historia humana no ha sido unilineal; su unidad sólo se ha producido en este siglo.» Bajo esta afirmación muy general se esconde toda una red de investigaciones sobre las sociedades humanas que ha llevado a cabo durante muchos años de su vida el profesor de la Universidad de Londres Eric J. Hobsbwan, quien ha pronunciado recientemente en Valencia una conferencia sobre los movimientos nacionales y la historiografía social de hoy.

Con un talante humanista y abierto, propio del investigador que entiende la historia como «ciencia para formular la gran cuestión de la humanidad desde las cuevas de Altamira a la época actual», el profesor Hobsbwan respondió todo tipo de preguntas presentadas por una audiencia universitaria. Los temas de las conferencias dieron a conocer su faceta más actualizada de historiador marxista, reconocido mundialmente por sus estudios sobre bandolerismo, evolución del capitalismo (diseccionada en los títulos aditados por Guadarrama: La era del capitalismo y Revoluciones burguesas), rebeldes primitivos y revolucionarios contemporáneos.«Sé poco sobre el problema nacional español», comentó a EL PAIS. «Conozco mal la situación para poder emitir juicios de valor. Pero, al menos, puedo constatar que existen dos viejos movimientos nacionales, ya establecidos y con un importante papel: los de Cataluña y País Vasco. Personalmente tengo más simpatías, si es que lo entiendo bien, por el movimiento catalán. El País Vasco busca una separación total de España y Francia, que en el momento actual no entiendo cómo se podría lograr. Junto a estos movimientos hay otros menos definidos: el gallego, con cierta edad, y el valenciano, que ya tiene una historia al margen del catalanismo, aunque hasta la fecha no ha conseguido establecer su carácter específico. Otros movimientos regionalistas, el de Andalucía, por ejemplo, no se han dejado notar hasta época reciente. En realidad, el problema es siempre práctico. Cuando un nacionalismo adquiere raíces populares y se convierte en movimiento político serio hay que contar con él, independientemente de lo que uno piense. »

La cuestión nacional es contemplada por Hobsbwan desde el enfrentamiento del gran Estado con la economía multinacionalizada y de la pequeña nacionalidad o región con el Estado centralista. «Hay un cierto conflicto entre el capitalismo mundial y los Estados y naciones, como entre los grandes nacionalismos y los pequeños. En los últimos veinticinco o treinta años, la economía estatal ha dejado de ser el componente principal, sustituida por la empresa multinacional, que opera en todos los países. El mercado de capitales se ha internacionalizado, así como la división del trabajo industrial y manufacturado. El automóvil se empezó a producir en Inglaterra y luego se exportaba completo. Hoy, de algún modo, la Ford ya no se identifica con Detroit, porque unos modelos se producen en Inglaterra o en las afueras de Valencia. Entonces, contra esta internacionalización, la única arma de defensa que tiene el Estado nacional es establecer límites. Pero, a su vez, el crecimiento interior de la centralización burocrática en cada Estado ha creado una resistencia de autodefensa de grupos más limitados en base a una identidad nacional que operan con programas de small is beautiful (lo pequeño es hermoso). Con esto quiero decir que el nacionalismo es un valor entre otros y pienso que no el valor supremo.»

Paradoja actual

Exponente de una de las paradojas de la vida moderna («hay más historiadores marxistas en los países capitalistas que en los llamados países socialistas»), el autor de la biografía del capitán Swing, donde relata la situación de los agricultores desocupados por la incidencia de la revolución industrial, hace historia de la línea de Maurice Dobb y del «marxismo inglés». «La dogmatización del método marxista», asegura, «no es un problema del marxismo, sino de cualquier ciencia que se convierta en ideología de grandes movimientos populares y políticos. Es cierto, que, a veces, en el curso de la historia de la Unión Soviética, en concreto con la dictadura estalinista, el dogma fue oficializado. No hay manera de evitarlo. La única salida posible sería, me parece, no dejarse asustar por las autoridades que dicen estar en grado de definir el verdadero marxismo o, desde otra óptica científica, el verdadero liberalismo. Hay gente que quiere tener definiciones válidas para todos. »

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