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El hambre, a las puertas de Washington y en las calles

Mes de julio de 1932. Un fantasma recorre toda Norteamérica. Es el fantasma del hambre. La Gran Depresión ha creado un nuevo ejército, una enorme masa de hambrientos que apenas alcanzan a ver su futuro. Muchos de ellos marcharon, en la primera protesta masiva que conoció Washington, hacia la capital. Eran, en su mayoría, veteranos de la primera gran guerra que protestaban porque el Gobierno había olvidado su promesa de pagarles, hasta 1945, una cantidad anual no inferior a mil dólares. La protesta personal y apenas organizada de los veinte se convirtió en masiva en los treinta. Aparecieron los sindicatos organizados y, en algunos casos, los ejemplos individuales de personas que ofrecían remediara nivel limitado su parte de crisis. Pero estos esfuerzos no consiguieron eliminar de las calles las enormes colas en busca no ya de alimentos, sino de un desayuno caliente o de una limosna con que remediar el gusanillo del hambre.

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