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Plan terrorista de grandes proporciones, descubierto fortuitamente en Barcelona

Con el descubrimiento fortuito en el subsuelo de una calle de Barcelona de un gran túnel, cuya longitud se calcula en unos 58 metros, pudo evitarse una catástrofe de inmensas proporciones que podría haber provocado la mayor tragedia de origen terrorista de la historia de España. Pasadas las once de la noche se logró determinar que en el túnel no se había colocado ningún tipo de explosivos.

El túnel partía de un apartamento alquilado por unos presuntos estudiantes y se dirigía hacia un bloque de edificios, en el que coexisten las viviendas de unas trescientas familias de militares en activo y unos depósitos de gasolina y gas-oil del Parque Móvil Militar. En estos depósitos estaban almacenados hasta anteanoche, en que al ser descubierto el túnel fueron retirados, 15.000 litros de combustible, según indicó el propio capitán general de la IV Región Militar (Cataluña).La tensión que pudo advertirse a lo largo de toda la jornada disminuyó al llegar a la conclusión de que los supuestos terroristas no llegaron a colocar explosivos en el túnel. Tres artificieros de la Policía Nacional se ofrecieron voluntarios y llegaron hasta el punto final de la excavación.

Los sacos terreros que por la tarde causaron alarma resultaron ser restos de la excavación, pero sin ningún objetivo concreto, como se temió en un primer momento. La zanja abierta en la superficie de la calle para seguir el túnel no tuvo finalmente utilidad, ya que los artificieros siguieron la trayectoria de la excavación desde el interior, provistos de máscaras de oxígeno.

Durante todo el día de ayer, potentes máquinas excavadoras estuvieron practicando enormes boquetes en la calzada de la calle de Villamari, entre las de Valencia y avenida de Roma. El túnel descubierto el día anterior partía de un apartamento de planta baja sito en el patio interior -que tanto caracteriza el Ensanche barcelonés- de la manzana situada frente a otra donde se encuentran las casas militares y los depósitos de combustible.

El primer boquete fue abierto enfrente mismo del número 128 de la calle de Villamari, por donde se tiene acceso al patio donde se halla el apartamento en el que nace el túnel. Este primer boquete llegó ser de doce metros de profundidad sin que pudiera hallarse la trayectoria del túnel.

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No había explosivos en el túnel descubierto en Barcelona

(Viene de primera página)

A primera hora de la tarde se empezó a abrir otro gran boquete enfrente del número 132, y finalmente se descubrió que en su punto final el túnel presentaba una bifurcación, quizá para extender los efectos de un artefacto explosivo.

A primeras horas de la mañana, así como a lo largo del día, personal del cuerpo de bomberos y artificieros de la Policía Nacional y de la Guardia Civil se habían introducido por el túnel a partir de su boca. Pero sólo uno de ellos pudo llegar a recorrer todo el túnel. Al salir manifestó que, llegado a ese punto, aparecía una barrera de sacos repletos de arena. Por temer que detrás de la barrera podía haber explosivos se decidió intentar llegar a esa barrera desde la superficie, mediante grandes boquetes.

Por fin se descubrió que no existían, aunque anoche proseguían las excavaciones desde el exterior.

Un miembro de los cuerpos de seguridad del Estado, que se había introducido por el túnel, facilitó las anteriores precisiones y asimismo manifestó que, en su opinión, la persona que había abierto la galería subterránea era de dimensiones muy reducidas, «algo así como un jockey», afirmó, ya que de otro modo no podía explicárselo. Con escafandra era imposible entrar debido a las dimensiones del túnel, y sin escafandra la persona que entraba no podía respirar.

Fuentes directas detallaron el curioso proceder de los autores del túnel. Resulta que en el lavabo del apartamento donde nacía la mina fue hallado un ventilador cuya parte anterior estaba recubierta por un plástico y del cual partía un tubo de plástico de los utilizados como mangueras de jardín. Ese tubo llevaba aire fresco al interior de la galería subterránea. Por otro lado, un sencillo sistema de cajas transportadoras -como las utilizadas en el filme bélico La gran evasión- era utilizado para retirar los escombros producidos por la abertura del túnel.

Los escombros eran depositados en grandes sacos -su peso sería de más de cien kilos-, que llenaban por completo una habitación del apartamento y parte de otra. El total sería de bastantes toneladas. Fue precisamente la humedad desprendida por estos escombros la que molestó a un vecino del apartamento colindante e hizo que éste se quejase al dueño del piso. Al recibir la queja, el propietario del apartamento intentó infructuosamente ponerse en contacto, por lo menos en dos ocasiones y quizá en tres, con los inquilinos. Pero éstos evitaron el contacto con el propietario, pese a que éste les había citado formalmente para hablarles de las quejas del vecino. Al no poder ponerse en contacto con los inquilinos, el dueño del apartamento se personó el lunes (extremo este que no quisieron precisar las fuente oficiales, reiteradamente consultadas al respecto) en la comisaría de policía del barrio, para exponer el raro proceder de los inquilinos.

La policía empezó a obrar el lunes, según fuentes directas y responsables. Pero los portavoces oficiales fueron muy imprecisos y poco convincentes a este respecto, afirmando que todo se había iniciado el martes. Lo más probable es que, en un primer momento, se llevase a cabo una mera vigilancia o espera. En todo caso fue el martes, ya por la noche, cuando se conoció la existencia del túnel.

Alerta la noche del martes

Ante el peligro que ello podía representar, la policía desalojó dos manzanas, es decir, unas seiscientas familias, equivalentes a más de 1.500 personas, según fuentes oficiales. La evacuación duró un par de horas y afectó por mitad a familias de militares (residentes en la manzana hacia donde se dirigía el túnel) y a familias civiles (residentes en la manzana de donde partía el túnel). Los desalojados fueron conducidos al hospital militar y a hoteles barceloneses. El alcalde de Barcelona ofreció toda la colaboración posible al capitán general en el alojamiento de las familias, oferta que dicha autoridad militar agradeció vivamente.

El gobernador civil y el jefe superior de Policía permanecieron en vela toda la noche del martes al miércoles. Pero los resultados prácticos fueron pocos. En un primer momento se intentó utilizar material del Ejército, que no servía para perforar la calzada. Posteriormente se obtuvieron retroexcavadoras de empresas particulares. La autoridad militar tomó de inmediato la decisión de sacar los 15.000 litros de combustible que se hallaban en el interior de los depósitos enterrados, sitos a muy escasos metros de donde parecía finalizar el túnel. Dichos depósitos fueron llenados con agua, para así provocar la salida de los gases procedentes del combustible y tan explosivos como aquél.

Respecto a los presuntos autores de lo que, sin duda alguna, es un atentado fallido, no había ninguna pista. Solamente se sabía que se trataba de unos seis chicos jóvenes. El contrato de arrendamiento había sido suscrito con una filiación falsa, correspondiente a un carné de identidad falsificado, según informó anoche el portavoz oficial de la policía barcelonesa. Todo indicaba que los presuntos terroristas habían desaparecido hace aproximadamente una semana, cuando el dueño del inmueble expresó su deseo de conversar con ellos respecto a la humedad que perjudicaba al vecino.

El apartamento había sido alquilado el pasado mes de abril. Se trataba, por tanto, de un proyecto concebido con tiempo y que curiosamente estaba a punto de culminar en las vísperas del referéndum de los estatutos catalán y vasco, como demuestra la longitud del túnel, que ya había alcanzado claramente los cimientos de las viviendas militares y del depósito militar de combustible, las unas totalmente pegadas al otro, formando un mismo edificio. La coincidencia con la inmediatez del referéndum catalán hubiese obrado muy negativamente sobre la votación. De haberse producido la explosión, por ejemplo y como era perfectamente posible, anoche mismo, el número de abstenciones en la jornada de hoy hubiese aumentado enormemente.

De forma totalmente oficiosa, todos los miembros de cuerpos de seguridad del Estado consultados señalaron las obvias coincidencias existentes entre este atentado fallido y el que causó la muerte del almirante Carrero. Las mismas fuentes apuntaron que no creían que en España hubiese ninguna organización capaz de un proyecto tan sofisticado, exceptuada ETA militar. Era, pues, hacia esta última hacia la que se dirigían las sospechas de la policía.

El capitán general de la IV Región, teniente general Otero Saavedra, estuvo presente largas horas en el lugar de los hechos. El general Otero aceptó responder varias preguntas. «Se trata», afirmó el general, «de algo inconcebible, que no tiene nombre. La monstruosidad del proyecto hace que parezca imposible que sea obra de una persona humana.»

La comisión ejecutiva del Partido Socialista de Cataluña (PSC-PSOE) se reunió ayer e hizo público un comunicado en el que pide un decidido apoyo moral y material a las Fuerzas Armadas, tras el suceso.

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