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La Mafia se instala en Madrid

Los pasajeros del último charter procedente de Bogotá superan sin dificultad los trámites aduaneros. Sólo dos jóvenes colombianos, probablemente en viaje de novios, no son esperados por nadie al otro lado de la galería de equipajes; pero es evidente que no necesitan anfitrión, porque parecen conocer con una exactitud mecánica las dependencias del aeropuerto. Eligen un camino directo hacia el exterior, consiguen el primer taxi de la fila miran disimuladamente una nota de instrucciones y, al final del recorrido, se hospedan en un hotelito próximo a la puerta del Sol. Allí se disponen a deshacer las maletas.Media hora después han convertido el mecanismo de un tomavistas, el cuerpo de un enorme teleobjetivo, varios elásticos de ropa interior, dos largas cinchas de cuero y un grueso legajo de prospectos turísticos en ochocientos gramos de cocaína pura, veinte esmeraldas de primera calidad, cinco grandes brillantes, diez billetes falsos de avión y seis pasaportes manipulados.

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Miles de millones en juego

Los dos jóvenes colombianos son emisarios de la organización Mafia Dos, una red cosmopolita y suburbial del crimen que ha desplazado a sus competidores gracias a su ecleticismo. Trafica indistintamente con esmeraldas venezolanas, cocaína de Yungas, y con dólares, cheques de viaje, pasaportes y billetes de avión falsificados por artistas en algún lugar ilocalizado de los bajos fondos. Carece de los capos que han dado una estructura familiar a la mafia siciliana y a la norteamericana; no obstante, sus hombres están fuertemente ligados por un código del honor cuya única regla es la lealtad a la organización y a los tratos. Una palabra de más ante un confidente o un equívoco en el reparto del botín suponen una muerte horrenda, ceremonial; un sacrificio en el que los verdugos no se conforman con torturar y con disparar a la nuca: antes de despedirse incineran el cadáver y lo abandonan en cualquier curva a la izquierda. «Aquí, la Jefatura Superior de Policía. En los últimos meses hemos encontrado dos cuerpos calcinados: uno de hombre y otro de mujer; el de mujer sufría un deterioro tan grande que ha sido imposible identificarlo, a pesar de nuestros esfuerzos de meses; sin duda pertenecen a las víctimas de dos vendettas de esta red de extranjeros.»

Los hombres de Mafia Dos se han curtido en terribles penitenciarías; para muchos de ellos, Carabanchel es sólo una terapia de grupo cuyo ejercicio permanente es la unidad. Cualquier actitud de los presos españoles entendida como ofensa lleva a la inmediata aplicación del código. El 10 de mayo, hace poco más de cinco meses, el recluso español Nicolás. Antonio Capelo fue mortalmente apuñalado en una represalia. El 2 de octubre, hace apenas quince días, la estadística del penal señalaba que, de 133 presos extranjeros, 71 eran colombianos. Muchos de ellos tenían un sello inconfundible en sus antecedentes. Habían llegado, procedentes de Bogotá, en un vuelo charter, y unas horas después...

La olla

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A la una de la madrugada, los dos jóvenes colombianos llegan a un club nocturno que ofrece las dosis precisas de animación y de anonimato; es una olla. Los chicos de la organización disponen de lugares como este en Amsterdam, París, Londres y Roma, pero también en Valencia y en Madrid. Cuando la policía golpea, basta con cambiar la olla a otro fogón. Y esta noche no hay indicios de que vaya a golpear.En el interior del club, los jóvenes localizan una conexión. « Este... venimos a trabajar, ella puede emplearse en un prostíbulo, yo quiero participar en asuntos grandes; tenemos un recado de allá para vosotros: coca, piedras y pasaportes, y necesitamos un treinta y ocho con munición; según nuestras instrucciones debemos encontrar una vivienda que pueda utilizarse como depósito.» No hay problema. Los chicos de Madrid disponen de un piso en Móstoles: el cuarto trastero ha sido acondicionado como caja de seguridad, y la instalación de gas tiene una derivación a la que puede acoplarse un soplete. Ultimamente, la organización prefiere los pueblos-dormitorio al casco urbano de la capital, muchachos. Vos, piba, podés trabajar en una sauna - relax - servida - por - señoritas - orientales.

El golpe

A las cinco en punto de la tarde de pasado mañana, el último pasajero de un autobús de la Empresa Municipal de Transportes supera sin dificultad el trámite, habitualmente penoso, de subir dos pisos de escaleras para llegar hasta el trabajo. Hoy, el almacén de joyería va a ser un hervidero. Habrá que preparar envíos para quince o veinte comercios. Clasificar, empaquetar y arquear no va a ser un asunto de media hora, no.Cuando el último pasajero va a cerrar la puerta en un gesto mecánico, alguien la atora con el pie. Luego empuja violentamente, dice: «Al que se mueva, lo quemo», y señala al botones con un revólver para reprimirle un intento de ascender. Entran dos más. Uno ata y amordaza, otro recauda las joyas con gran naturalidad, el tercero cubre la puerta. Está claro que se saben la lección.

Una hora después, D. H. clasifica el suceso en el secretariado de la Brigada. «Robo a mano armada. Cuatro individuos provistos de arma corta, ninguna escopeta recortada. Un quinto sujeto esperaba en la calle al volante de un coche robado. Durante el hecho dijeron pocas palabras, pero, según los testigos, tienen acento suramericano. Son muy profesionales: la rapidez en la ejecución del delito indica que había sido concienzudamente preparado; iban directamente hacia los depósitos de joyas y eligieron solamente las que tenían un valor significativo, aunque no necesariamente muy alto: los efectos robados son de oro y pedrería. Todos ellos se mostraron muy resueltos. Los empleados del establecimiento afirman estar convencidos de que cualquiera de, los cuatro habría disparado a la menor sospecha. En esta Jefatura se han recibido hoy informes sobre tres atracos más de similares características en las últimas horas, todos ellos perpetrados en la Costa del Sol. El valor del botín en Madrid supera los cuarenta millones de pesetas; los otros no bajan de los treinta. Todo parece indicar que son bandas internacionales que mantienen alguna conexión. Se instruyen las diligencias oportunas.»

Fin del circuito

Los vecinos del bajo derecha han recibido visita. Compatriotas de la pareja, seguramente. Son muy pacíficos: ningún ruido, ninguna muestra de escándalo. Serán buena gente: latinoamericanos que buscan la madurez en la vieja Europa, o acaso quieren olvidar algún desliz político.En absoluto silencio, un experto funde las joyas en la cocina, después de haber desmontado la pedrería. Con una ejemplar devoción va comprobando la ley del metal con la lidita, y rellenando los moldes para convertirlo en pequeños lingotes. El trabajo se prolonga hasta el amanecer. «Al amanecer, el cielo de Móstoles tiene un color oro viejo de fundición cenital», decía un candidato al consistorio. Bostezan los obreros, alguien retoca unos pasaportes y rellena unos billetes de avión.

En el aeropuerto de Bogotá, los trámites aduaneros han sido muy simples. Maletas, Cadillac, zona residencial, mesa de madera de mongoy y un criado indio impávido, como una esfinge. El señor está contento. Hoy ha recibido dos buenas noticias: que ha llegado un cargamento importante de Madrid, y, sobre todo, que ha vuelto a subir el precio de la onza de oro.

Mañana, en Miami.

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