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Estreno en Valencia de "Isadora", de Lindsay Kemp

Después del estreno mundial en Tenerife, Isadora, de Lindsay Kemp, inició su gira por nuestro país con el estreno en el Teatro Principal de Valencia. Luego, la compañía se trasladará a Barcelona, en noviembre actuará en el Lope de Vega de Sevilla, para concluir el periplo en Madrid, antes de Navidad.Estas fueron las declaraciones entrelazadas de dos artistas clave en la adaptación teatral de la vida mitológica de Isadora Duncan, revolucionaria desde su radical vitalismo de la concepción de la danza en el primer tercio del siglo XX. Por un lado, la fascinante argentina Cipe Lincovsky, frente al exigente director adjunto Celestino Coronado. El estreno italiano del último montaje de Lindsay Kemp, Sueño de una noche de verano, imposibilitó la presencia en Valencia del director británico.

El proceso de identificación de Cipe con el ansia de total libertad de Isadora ya había madurado. «Fue una revolucionaria íntegra que resolvió como ninguna otra persona la dicotomía entre lo que uno hace y lo que uno piensa. Si se valora lo que supuso que en 1889 bailara desnuda, cubierta por una túnica y descalza, frente a una sociedad reprimida, su rechazo a la inmoralidad del contrato matrimonial, el desprecio a la gloria de los magnates, porque quería dedicar su vida al servicio del pueblo, Isadora se convierte en una vida ejemplar.» «Por eso en su momento fue trágica», añade Celestino Coronado. «La sociedad hizo de Isadora una mártir. Con ella empieza nuestro tiempo, la búsqueda del arte desde la vida misma. Quiso fundir al ser humano desde una libertad que salía de sí misma expresada con la danza, integrar el movimiento libre del cuerpo con la libertad del alma. Pero este revulsivo no fue aceptado por la sociedad, que evitó su impacto marginándola como una frívola.»

La búsqueda de modelos biográficos pasados que aporten nuevas pautas de comportamiento a la crisis de identidad galopante que atraviesa el mundo personal de nuestros días influyó en Cipe para reencarnar a la Duncan. «El distanciamiento histórico ayuda mucho a entender su vida. Tiene más vigencia de lo que se cree, y no por ser una feminista precoz que luchaba por los derechos de la mujer. No era feminista, como se entiende por el movimiento actual, que está abocado a un separatismo. Isadora, desde su posición de mujer, reivindicó la liberación social del ser humano y del artista, diciendo lo que pensaba y haciendo lo que decía. No podría separar su danza de su vida. No entro a juzgarla como bailarina; ahora sé muy claramente que revolucionó la concepción de la danza no como un hecho externo o un cambio formal, sino desde sí misma y desde las ansias de libertad de las gentes. En su vida no existió dicotomía entre el creador artístico y el ser humano. Este comportamiento es difícil encontrarlo hoy.»

Para la actriz argentina, la dirección del creador de Flowers y Salomé ha supuesto una profunda experiencia. «Ha tensado, ha afinado alguna cuerda de mi persona que todavía no se había dejado sentir.» Coronado describe la concepción del espectáculo, resultado de la trayectoria anterior del equipo del director británico con el símbolo interpretativo de Cipe Lincovsky. «Se trata de una obra abierta que se puede recrear constantemente. Cada sesión se resuelve de una forma diferente. Va dirigida a los sentidos del espectador más que a su intelecto. Resulta dificil resumir en una hora y veinte minutos una vida. Por ello, hemos rescatado lo que, a juicio de nuestro equipo, parecía más importante, porque permite al espectador guardar una imagen de Isadora Duncan viendo a Cipe dar su alma como un animal. Ese instante pasional es lo que importa. El espectáculo sitúa en el centro a una mujer con su voz, con su expresión, representando diversos personajes masculinos y femeninos de la vida de la bailarina, buscando en determinados momentos el contacto directo con el público al margen de retórica y de intelectualismos. El espectáculo se muestra de forma cristalina, sin necesidad de cubrirlo con luces y humos, como en anteriores montajes.»

Cipe vuelve sobre las razones de su elección de Isadora Duncan para dar un nuevo paso en su labor interpretativa. «Me permite decir en escena muchas cosas que antes no me di el gusto de afírmarlas-, me hace sentir libre, como ella lo fue. » Aunque la enumeración de motivaciones quedaría reducida a una sola, «creyó que se podía liberar el mundo con la belleza y con el arte».

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