El "sí" de Euskadiko Ezkerra
Secretario General de EIS (Euskadiko Ezkerra)En el tercer número de la revista Ere, un dirigente del PNV exteriorizaba su preocupación de que después del 25 de octubre Euskadiko Ezkerra comenzaría a atacar al PNV, rompiendo esta especie de tregua que se ha mantenido de hecho para arrancar juntos el Estatuto de Autonomía a la UCD.
Tiene motivos el PNV para estar preocupado por la actitud de una izquierda vasca consecuente después de la aprobación del Estatuto de Autonomía, no tanto por la campaña electoral que se desencadenará para el Parlamento vasco, cuanto porque se van a poner sobre el tapete cuestiones que van a sacar a la luz el carácter de clase de las distintas opciones políticas.
De hecho, durante muchos años, en el campo nacionalista, lo que ha mantenido cohesionado a amplios sectores populares dentro del partido fundado por Sabino Arana ha sido la idea de que primero hay que construir la casa y, una vez construida, ya se verá quién es de derechas y quien de izquierdas.
Muy pronto habrá que definirse sobre qué modelo fiscal se negocia con Madrid para hacer realidad el concierto económico. Con qué progresividad y a partir de qué mínimos de renta se va a gravar a las personas físicas, y cómo a las empresas. Habrá que definirse también sobre el modelo de organización a adoptar para el País Vasco, en función de lo que exige una nacionalidad moderna o en función de los esquemas tradicionales de origen feudal de los territorios históricos.
En la razón de ser de la política de Euskadiko Ezkerra ha sido, en alguna medida, la de prepararse para que la relación de fuerzas al llegar este momento fuese favorable para la izquierda; conseguirlo no es nada fácil en el contexto de una tradición fuertemente conservadora y de una sociedad impregnada de la ideología del nacionalismo burgués vasco, que ha demostrado ser, a pesar de faltarle una doctrina coherente, una de las ideologías más vivas y más cohesionadas de una sociedad dividida en clases.
Así las cosas, la intención de Euskadiko Ezkerra se ha dirigido a situar el enfrentamiento no en base a quién es más radical, más bruto a veces, ante Madrid -la diferencia entre, la derecha abertzale y la izquierda abertzale ha pasado durante años por ese parámetro-, sino en base a la lucha de clases.
Los tres años de transición desde el franquismo a la Euskadi autonómica han vuelto a confirmar el principio de que el trabajo de la izquierda no puede ser espontaneísta, que confiar en que las cosas se hagan por sí mismas, máxime en un momento de crisis, sólo favorece a la derecha, ya que las masas ven la opresión, la represión, los graves problemas del pueblo vasco a través del prisma ideológico del nacionalismo burgués.
Para Euskadiko Ezkerra, la batalla fundamental que se plantea a partir del referéndum consiste en que los auténticos beneficiados por las conquistas recogidas en el Estatuto de Autonomía sean los trabajadores, ya que ellos han sido también los protagonistas de la épica lucha por conseguirlas.
La derecha vasca está tratando por todos los medios de mantener la mayor ambigüedad posible sobre la verdadera naturaleza de sus proyectos políticos y económicos. Por ejemplo, ante el programa económico del Gobierno de UCD, a diferencia de un Jordi Pujol que manifiesta su entusiasmo, ni Carlos Garaikoetxea ni el Euskadi Buru Batzar expresan valoración alguna. Otro ejemplo: los inevitables e incluso necesarios planes de reconversión de nuestra industria obsoleta, basada en el monocultivo del hierro, es uno de los misterios de este país. La izquierda necesita, para construirse con autenticidad, el terreno de un amplio debate en el que se aporten diversas alternativas de solución a los problemas que padece el pueblo vasco. Alternativas que vayan siendo asumidas por la clase obrera y cuya lucha por ponerlas en práctica irá cohesionando y homogeneizando a todos los trabajadores. Consciente de ello, Euskadiko Ezkerra se ha comprometido a presentar a toda la sociedad esas alternativas que, en el marco de lucha que ofrece el Estatuto de Autonomía, pueden resolver los problemas económicos, energéticos, sanitarios, educativos, urbanísticos, ecológicos..., para que, en torno a esas alternativas programáticas, puedan organizarse cuantos están dispuestos a trabajar y a construir una Esukadi de los trabajadores.
El desarrollo de esta línea política no será fácil. Euskadi es un país donde la política se mezcla a menudo con la religión o con el nacionalismo de raíz y pautas sectarias seudorreligiosas. Por esto mismo, se hace más necesario construir una izquierda que pueda canalizar la exuberante vitalidad del pueblo vasco, de modo que transforme este país conflictivo en un país verdaderamente revolucionario.
A pesar de que la mayoría de los partidos de izquierda de Euskadi están de acuerdo a la hora de diagnosticar la dificultad de esta tarea, y no sin motivos, pues la corta experiencia en los ayuntamientos y diputaciones es bien descorazonadora, no va a ser fácil a corto plazo la formación de un sólido bloque de izquierdas. A diferencia de cualquier alianza de este tipo en otros países del Estado, en Euskadi un acercamiento de la izquierda, y no digamos ya una alianza, está llamado al fracaso de antemano, si se plantea en un nivel meramente superestructural, únicamente entre la dirección de los partidos. El verdadera acercamiento de los partidos tiene que ser el reflejo de todo un proceso de homogeneización y unión de los distintos sectores de los trabajadores para constituirse en clase obrera de Euskadi. Único medio para que el sector socialmente más numeroso de la sociedad vasca tenga el peso político que le corresponde y siente las bases para ejercer en su día la hegemonía sobre el conjunto de la sociedad.
Nosotros descartamos que éstos puedan hacerse por un audaz golpe de mano, presentándose más «bruto» que nadie frente a Madrid para así arrancar de la disciplina del PNV a viejos gudaris. Sólo una lucha política de masas, con una amplia base reivindicativa, podrá desarrollar una guerra de desgaste que vaya arrebatando efectivos no tanto de la disciplina de un partido cuanto de la iglesia nacionalista burguesa. Sólo por este camino sectores cada vez más amplios de las masas populares, la mayoría de ellos trabajadores, podrán engrosar la izquierda de este país.
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