Vigorosa denuncia de Castro en la ONU del actual orden económico internacional
El presidente de Cuba, Fidel Castro, pidió ayer a la comunidad internacional que aporte 300.000 millones de dólares para terminar con la miseria, el hambre y el subdesarrollo que padecen dos tercios de la humanidad. «Si no hay recursos para el desarrollo no habrá paz. Algunos pensarán que estoy pidiendo mucho. Yo pienso que la cifra es todavía modesta», añadió Castro. El líder cubano, que vestía su tradicional uniforme verde oliva, habló ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en nombre del movimiento de países no alineados e hizo una larga, detallada y contundente denuncia del actual orden económico internacional.
, «El mundo invierte cada año en gastos militares más de 300.000 millones de dólares. Con ese dinero se podrían construir en un año 70.000 escuelas con capacidad para cuatrocientos millones de niños; o sesenta millones de viviendas confortables, con capacidad para trescientos millones de personas; o 30.000 hospitales, con dieciocho millones de camas.»"Hemos venido a hablar de paz"
El líder cubano, que fue interrumpido varias veces en su discurso por los aplausos de la Asamblea, señaló que no había venido a las Naciones Unidas a pedir «dádivas» o como «profeta de la revolución». «No hemos venido a pedir o desear que el mundo se convulsione violentamente. Hemos venido a hablar de paz y colaboración entre los pueblos, y hemos venido a advertir que si no resolvemos pacífica y sabiamente las injusticias y las desigualdades actuales, el futuro será apocalíptico.»
«Como revolucionarios, la confrontación no nos asusta. Tenemos fe en la historia y en los pueblos», añadió Castro, pero indicó que debe cesar la «ilusión de que los problemas del mundo se pueden resolver con armas nucleares».
«Las bombas podrán matar a los hambrientos, a los enfermos, a los ignorantes, pero no pueden matar el hambre, las enfermedades, la ignorancia. No pueden tampoco matar la justa rebeldía de los pueblos y en el holocausto morirán también los ricos, que son los que más tienen que perder en este mundo», añadió el líder cubano.
Al iniciar su discurso, Fidel Castro advirtió que no había venido a hablar de Cuba, ni a exponer las agresiones de que ha sido víctima su país, ni «a herir con adjetivos innecesarios al vecino poderoso en su propia casa».
Castro indicó que había acudido ante la organización para presentar el resultado de las deliberaciones y las posiciones adoptadas en la sexta conferencia de jefes de Estado o de Gobierno del movimiento de países no alineados, que se reunió el pasado septiembre en La Habana.
Rechazo de los subdesarrollados
Castro señaló que se discute si el número de seres desnutridos de nuestro planeta es sólo de cuatrocientos millones o asciende ya a 450 millones de hambrientos. «Cuatrocientos millones de hombres y mujeres hambrientos es ya una cantidad demasiado acusatoria», añadió.
El líder cubano culpó de esta situación al orden económico internacional, que aumenta la diferencia entre un puñado de países ricos y una inmensa mayoría de países pobres, que ven cada año aumentar sus deudas y su dependencia de las potencias industriales.
«Los países en vías de desarrollo rechazan el que se les proponga como "interdependencia" la aceptación de la injusta y arbitraria división internacional del trabajo que el colonialismo moderno les impuso a partir de la revolución industrial inglesa y que el imperialismo profundizó.»
El presidente cubano propuso que la comunidad internacional, países ricos y pobres, socialistas y capitalistas, aporten 300.000 millones de dólares, a los valores reales de 1977, distribuidos en cantidades anuales que no deben ser menores de los 25.000 millones anuales, para ser invertidos en los países subdesarrollados.
«La administración de esos fondos debe hacerla la propia comunidad internacional, en condiciones de absoluta igualdad para cada uno de los países», puntualizó Castro.
El líder cubano concluyó pidiendo acciones y no palabras, planes concretos y no abstracciones. «Basta ya de hablar de un nuevo orden económico internacional especulativo.»
Cordial entrevista con Waldheim
Con centenares de policías en los alrededores de la ONU y agentes secretos vigilando desde las azoteas y ventanas de los edificios cercanos, el presidente de Cuba había llegado a la ONU con un largo cigarro.
El secretario general acompañó al presidente cubano a sus oficinas en el piso 38 del edificio del secretariado, y allí intercambiaron frases amables
Castro dijo que siente respeto hacia Waldheim porque considera que desempeña una labor muy difícil, y el secretario general dijo que le complacía la oportunidad de retribuir al mandatario cubano su hospitalidad cuando visitó La Habana el mes pasado para asistir a la cumbre de los países no alineados.
Posteriormente, Waldheim, Castro, el vicepresidente cubano, Carlos Rafael Rodríguez; el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Isidoro Malmierca, y el subsecretario general de la ONU, el peruano Javier Pérez de Cuéllar, sostuvieron una reunión privada que retrasó en unos minutos la comparecencia del presidente ante la Asamblea General.
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