Braque y Fernández Ordóñez
La más moderna biología (tengo que preguntarle a Marta Cortés, si la veo, que no la veré, ay) ha observado ya hace tiempo que las huevas del esturión, los toreros y los políticos casi siempre se reproducen por parejas.Los univitelinos son noticia en la clínica de La Paz, pero son norma en la ecología, en el planeta de los toros y en la guerra de los mundos de la democracia. Este binomio es mucho más gordo y evidente que el de Newton y viene a demostrar que detrás de todo gran hombre hay otro hombre. Yo lo he sostenido así siempre, sin saber nada de biología e incluso antes de conocer a Marta Cortés, que sigo sin conocerla como quisiera.
Detrás del señor Curie hay otro gran hombre: la señora Curie. Detrás de Picasso está Braque, porque nada nace de la nada, y del binomio Picasso/ Braque se aclara ahora el personal, aquí en Madrid, gracias a la muestra de la Fundación March. Se parecen hasta en la firma de los cuadros y en el tufo del pelo, que llevaban la onda sobre la sien cuando les retrataba Man Ray. Detrás de Chaplin está Mack Sennett. Detrás de Proust está Saint Simon. Detrás de Suárez (en el tiempo o en el espacio) está Fernández Ordóñez.
Si de la liason Braque/Picasso se ha aclarado la basca cultísima de la Fundación March, de la relación peligrosa entre Suárez y Fernández se enteran por la recentísima reunión de ucedé, que tuvo a los rosacruces del partido en la Moncloa todo el fin de semana, a pan y agua multada de Solares. ¿Por qué ocultarle más tiempo al país que Paco Ordóñez es el Braque de Suárez? El primero que hizo astillas una guitarra contra un ejemplar de Le Matin fue Braque, inventando el cubismo aquella misma matin. El primero que cuadró teóricamente el círculo de una democracia socialdemócrata y europeizante a partir de la circunferencia viciosa del franquismo fue Paco Ordóñez.
No son univitelinos estos dos rosacruces, como Joselito y Belmonte, Aparicio y Litri, Lagartijo y Frascuelo, Cánovas y Sagasta, Pili y Mili, los Hermanos Quintero, los Hermanos Murciano y los Hermanos Karamazov. La Historia, como la naturaleza, suele producir el modelo y su repuesto, sólo que a veces fabrica antes el repuesto que el modelo.
¿Quién se inventó primero el cubismo analítico de la democracia pactada, la reforma rupturada y la transición tiroteada? ¿Suárez u Ordóñez? Qué más da. En el relámpago de la Platajunta, Ordóñez se quedaba a veces en mangas de camisa y explicaba cosas que luego han pasado. Puede que el teórico fuese Francisco Fernández Ordóñez, pero el Picasso que nos ha metido en este «Guernica» del terrorismo, los naciónalismos y el empresarialismo ha sido Suárez. A él se debe el mérito de haber partido, como Braque, las guitarras gitanas de la democracia orgánica, que tocaban para Franco en la Granja del Henar, el 18 de julio, y el haber hecho un «collage» indescifrable con la prensa del Movimiento /Estado, como Braque con los periódicos matutinos de París.
Los vanguardistas políticos de derechas han sido ellos dos. La izquierda, por su parte, no está subvencionada por la Fundación March hasta que no llega al nivel Bacon /Braque/ Picasso. Las bases no han llegado al cubismo y siguen colgando en el saloncito de la tele el calendario de la Unión Española de Explosivos, con una gitana canastera (sobre todo por los explosivos). Ahora, con la democracia asentada y la Constitución como un catálogo de pintura histórica, los visitantes de exposiciones y lectores distraídos de periódicos de la tarde empiezan a saber que la libertad cubista y el vanguardismo de derechas que disfrutamos, a costa de mucha loza hecha añicos, como en los bodegones de Braque, tiene un padre procesal y socialdemócrata, que es Fernández Ordóñez, perdido en los cafés de UCD como Braque en la Escuela de París. Esto no es quitarle méritos a Picasso, claro, que tenía más marcha, como Suárez tiene más que Ordóñez. Esto es sólo crónica de arte, mentidero político y memoria dulce de Marta.
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