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Protestas feministas por las declaraciones papales

«La opresión de la mujer es una violación de los derechos humanos», proclamaba una de las pancartas con las que los habitantes de Washington recibieron ayer al papa Juan Pablo II.La pancarta, escrita en polaco para llamar más la atención de Su Santidad, era una de las muchas que proclamando «Viva el Papa» y «Washington saluda a Juan Pablo II» cubrían las calle del centro.

Pero su significado revela la primera protesta surgida por los discursos de Juan Pablo II en los últimos días, en los que se pronunció claramente en contra de la ordenación sacerdotal de la mujer, del divorcio y del aborto y, sobre todo, de los métodos anticonceptivos.

Las palabras pronunciadas ayer en Chicago, concretamente, «son la condena más clara de los anticonceptivos salida del Vaticano desde que Pablo VI publicó la encíclica Hamanae vitae», comentaron ayer fuentes eclesiásticas.

La reacción masiva de los cincuenta millones de católicos de este país se desconoce aún. Pero anteriormente, pese a la Humanae Vitae y a una carta pastoral de los obispos norteamericanos sobre este tema, publicada hace tres años, se sabe -por estadísticas de la Conferencia Episcopal- que el 80% de los matrimonios católicos de este país usan anticonceptivos condenados por la Iglesia.

Una encuesta privada que se efectuó hace dos semanas subrayó que, además, la gran mayoría de esos católicos no ven contradicción entre ser buen católico y usar la «píldora» u otros sistemas artificiales para evitar los hijos.

Concretamente, un 76% de los católicos encuestados afirmaron que se puede ser muy buen católico y usar métodos anticonceptivos artificiales.

Un 65% de los mismos aprueban el divorcio, si el matrimonio va mal, aunque haya hijos de por medio, y un 50% dan el visto bueno al aborto.

Las estadísticas de aborto y divorcio entre católicos y no católicos señalan que, en teoría, los católicos se oponen más a ambos sistemas que los no católicos. Pero en la práctica, el número de matrimonios católicos que se divorcian y el de mujeres católicas que abortan es prácticamente igual que el de los no católicos de este país.

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