Una estudiante frustrada
Firma esta carta una índignadísima ciudadana, a quien el gigantesco y todopoderoso aparato burocrático del Estado ha estafado, engañado, insultado y ofendido, para sumirla finalmente en un mar de confusiones. Esta dura lucha, que empezó hace ya tres largos meses, es el pan nuestro de cada día de los graduados de COU deseosos de proseguir sus estudios en la Universidad.Será quizá para desanimar a los estudiantes por lo que los atentos servidores de las fatídicas «taquillas» que la burocracia siembra por todo el país se permiten el lujo de zarandear y manejar a los indefensos ciudadanos como si de muñecos de trapo se tratase.
Los honrados contribuyentes, llenos de esperanza y rebosantes de ilusiones, guardan «cola» pacientemente durante muchos minutos -que frecuentemente se convierten en horas-. Cuando al fin les llega el turno, se les exprime los bolsillos a base de impresos, bonos y pólizas, todo ello reunido bajo la elegante respetable denominación de «derechos fiscales». Pero no contentos los encargados con este pillaje legal, se permiten dudar de la validez de los documentos presentados, o echan de menos algún certificado que, posteriormente, la fuerza de la experiencia convertirá en imaginario o, en el peor de los casos, en inútil; y es frecuente que todo ello termine con insultos al contribuyente, con dudas respecto a sus buenas intenciones.
Después de pasar la mañana de tan desagradable forma, el ciudadano es enviado a una nueva taquilla para que se le solucione el problema surgido en la anterior taquilla.
Finalmente, después de mucho esperar, mucho pacientar y mucho sudar, el contribuyente se encuentra con el hecho consumado: los plazos que se le concedieron para la realización de los trámites han terminado y su asunto queda sin resolver por un largo tiempo, que los burócratas califican de indeterminado.
¿Quién tiene la culpa? No lo sé, pero sí sé que esto no es serio y que no es justo. Después de tantos años, la inmortal consigna carpetovetónica de Larra, el «vuelva usted mañana», ha encontrado su plena razón de ser en este país. ¡Qué el cielo nos ampare!
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.