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"La epopeya de Antonio Consejero"

Mario Vargas Llosa explica su próxima novela

El novelista peruano Mario Vargas Llosa ha aprovechado un rápido viaje por España, con etapas en Barcelona y Madrid, para recibir el Premio Ramón Godó, para artículos periodísticos, y desmentir «rotundamente» su participación en el Premio Planeta de este año -véase EL PAIS de 26 de septiembre-, del que rumores mejor o peor intencionados le daban como hipotético ganador. Pero los millones del editor Lara, que ascienden a ocho, limpios en la presente convocatoria, no parecen haber conmovido a Mario Vargas Llosa, que se muestra contento, tal y como está, después de haber terminado la primera versión de una próxima novela.

Para el autor de La casa verde, La ciudad y los perros, Pantaleón y las visitadoras o La tía Julia y el escribidor, los premios literarios deben ser para los jóvenes. «Para descubrir nuevos valores», señala, «y, por suerte, yo ya no tengo dificultades para publicar mis libros. Ni me he presentado al Planeta ni me presentaré, ni he tenido negociación alguna al respecto.» Está francamente molesto de que se haya lanzado su nombre como posible ganador de este premio o de cualquier otro. Hace meses, leyendo un peródico en Lima, se enteró de haber ganado el citado premio de artículos de La Vanguardia, y ha aprovechado un viaje a Londres para acercarse a España.«Pero mi residencia fija está en Perú, en Lima, y allí pienso seguir por ahora.» De este modo, Vargas Llosa desmiente también los rumores sobre su posible traslado a España. No le molestaría vivir en nuestro país, donde ya ha residido algunos años. «Pero no en París. Allí viví años difíciles y maravillosos», era antes de ganar el Premio Biblioteca Breve, con La ciudad y los perros, en 1962, lo que le supuso el «salto a la fama», «pero no volvería otra vez.» Vivió en Gran Bretaña, también, y en Estados Unidos. «Pero en un momento dado necesité regresar a Perú, a mi tierra, volver a entrar en contacto con mi mundo, con mis personajes y mi lengua.» Ahora es difícil para el novelista vivir en su propia patria, donde es víctima de los rituales ataques del parricidio juvenil, que son excesivos y no demasiado justos: «Pero les comprendo», añade con escepticismo, queja y cierta ternura.

Mil folios

Por el momento, Vargas Llosa está absolutamente absorbido por su próxima novela. No está terminada todavía: sólo tiene redactados los cerca de mil folios de una primera versión, pero esto no es más que la primera etapa de su trabajo. Tras haberlos concluido, el novelista viajó al nordeste brasileño, para conocer en vivo las tierras y los hombres que le han servido de material narrativo. El libro tiene como telón de fondo la sublevación religiosa que sacudió la región brasileña de los sertoes, a finales del siglo pasado, cuando se instauró -tras un breve período imperial- la república en Brasil.«Es una región trágica, primitiva, miserable, que ha fascinado a muchos escritores y cineastas. Allí surgieron después los cangaceiros, por allí actuaron los yaguncos, peregrinó Antonio das Mortes, de esa región escribieron Euclides da Cunha y Joao Guimaraes Rosa.» En la última década del siglo era una región todavía más atrasada, donde reinaba la religión más fanatizada, repleta de supersticiones y leyendas, con santos, milagreros, brujas y curanderos, gobernados por capuchinos iluminados e intolerantes. «Por allí apareció un día una extraña figura, la de Antonio Conselheiro -Consejero-, especie de peregrino austero, puritano y aséptico, que comenzó a predicar la religión, a reconstruir iglesias arruinadas, a cercar cementerios.» Su fama de santidad se difundió por todos los sertoes. «Cuando cae el imperio y se proclama la República en Brasil, todo el miserable, fanatizado y supersticioso campesinado de la región se niega a reconocer el nuevo régimen, que es la encarnación del mal, del diablo. Antonio Consejero se ve convertido en un líder, sin habérselo propuesto, y, lo que es peor, en un líder político.»

«En un principio no hubo sublevación. Simplemente, las masas de campesinos y sertanejos se negaron a aceptar a la República. Se negaban a censarse, destruían su papel moneda, los nuevos pesos y medidas que imponía el nuevo régimen. Dos pequeñas expediciones para someterlos terminaron en sangre, y el Gobierno republicano mandó un batallón al mando del célebre y sanguinario coronel Moreira César para aplastar a los rebeldes. Moreira César era un enano epiléptico que había descubierto una conspiración monárquica de almirantes y altos jefes de la marina, a los que mandó degollar sin dejar uno. Antonio Consejero y los campesinos masacraron el batallón y empalaron a Moreira César y a su ayudante.»

"La novela total"

Vargas Llosa vuelve a los temas épicos, a la «novela total», que preconizaba en su juventud, y está entusiasmado con su nuevo libró: «El pánico cundió en todo Brasil, y el Ejército en pleno, engrosado por millares de voluntarios, acudió al noreste de Bahía para aplastar lo que muchos creían que se trataba de un levantamiento monárquico apoyado por Gran Bretaña. Uno de aquellos voluntarios fue el ingeniero Euclides da Cunha, oficial de fe republicana que creía en la conspiración monárquica, y que escribió su gran obra narrando lo sucedido: Os sertoes. Campaña de Canudos. Siete meses duró el asedio a Canudos, donde se habían refugiado Antonio Consejero y sus hombres, que seguían creyendo que luchaban contra el diablo.»«Consejero murió cinco días antes de la caída de Canudos, de diarrea. Los republicanos desenterraron su cadáver y enviaron el cráneo a médicos y cirujanos para que dictaminasen sobre los caracteres del criminal y del monstruo perverso. Naturalmente, nada encontraron.» Pero Vargas Llosa está fascinado por esta historia trágica, repleta de sangre, fanatismo, intolerancia y crueldad, y de un absurdo desencuentro, pues nadie luchaba contra lo que creía luchar. «Es otro símbolo de América Latina. Y todavía, en los sertoes, se venera el nombre de Consejero, que para muchos aún no ha muerto.»

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