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La industria atómica alemana occidental, al borde de la quiebra

A pocos días de que se produzca la decisión definitiva sobre la venta de una nueva central nuclear alemana a Argentina (la tercera con que contará este país), los cinco empresarios más destacados en el sector atómico de la RFA han manifestado, en una primera conferencia de prensa conjunta, que la industria atómica de este país está a punto de quebrar. No lejos del lugar de la conferencia informativa, la comisión de energía del Partido Socialdemócrata (SPD) concluía poco antes una sesión definitiva, por ahora, cuyo objetivo no alcanzado era el de unificar criterios sobre si debe o no abrirse la puerta a la construcción de nuevas centrales nucleares en la RFA. El próximo día 10, la comisión hará públicos dos comunicados: uno, firmado por los partidarios de esta opción, y otro, suscrito por los contrarios. En diciembre, durante el próximo congreso del SPD, en Berlín, el partido en pleno optará definitivamente por una u otra posición.Los empresarios del ramo no han escatimado tintes negros en sus declaraciones a la prensa: desde 1975 no se ha formalizado un contrato de venta interior, y desde 1977 ocurre otro tanto respecto de la demanda extranjera. Esto conlleva una grave amenaza a corto plazo para 140.000 empleados en las setecientas medianas empresas alemanas relacionadas de algún modo con la tecnología nuclear. Algo parecido ocurrirá con los 7.000 trabajadores de la factoría Gutehoffnungs Huette, la única empresa que produce en este país las partes más sensibles de los reactores atómicos alemanes. Los cinco empresarios han recalcado que incluso consideran «carente de sentido y no deseable» la tímida reforma de la ley Atómica, que propone el sector más liberal de la democracia cristiana. Según los jóvenes socialistas (jusos) del SPD, los empresarios pretenden presionar al Gobierno para que impulse decidida mente la proliferación de centrales atómicas. El Gobierno, a su vez, se encuentra en una posición cada vez más incómoda. El portavoz del Gabinete se ha limitado a decir que si no prosigue el plan de construcciones es porque los tribunales han intervenido restrictivamente. Los empresarios consideran imprescindible la construcción de, por lo menos, dos centrales atómicas cada año para garantizar la provisión de energía a la RFA con vistas al año 2000. La clausura definitiva de una central atómica, que acaba de ordenarseen Baviera, y es el primer caso que se registra en la RFA, se ofrece ahora como un indicio contrario a los intereses de los empresarios del sector. Las instalaciones de Niederraiclibach sólo han funcionado año y medio y se mantienen desconectadas desde 1975. Su destrucción total significará un gasto adicional de ochenta millones de marcos.

Las perspectivas de venta de tecnología nuclear alemana a Argentina no parecen ser tan óptimas como se vislumbraban hace tan sólo algunas semanas. El ministro de Economía federal, conde Lambsdorff, regresó el pasado miércoles de Buenos Aires con una novedad: el Gobierno militar argentino renuncia a condicionar la compra de la central Atucha (Atucha II) a la oferta simultánea de tecnología para la producción de agua pesada. Este complejo facilitaría a los militares argentinos la producción de bombas atómicas, llegado el caso. Al parecer, Estados Unidos, principal proveedor de agua pesada a Argentina, no ve con buenos ojos que el régimen de Buenos Aires estuviese alguna vez en condiciones de autoabastecerse. La nueva postura del Gobierno bonaerense facilitará, según todos los indicios, el que Bonn pueda cerrar el negocio sin temor a nuevas acusaciones de cooperación con las dictaduras latinoamericanas, hasta el límite de facilitarles la producción de bombas atómicas. Pero limitará sensiblemente el beneficio que se prometía en un principio.

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