Alto a la escalada represiva en Irán
Miembro del comité ejecutivo de la Liga Comunista Revolucionaria
Apenas seis meses y medio después del derrocamiento del régimen dictatorial del sha por un movimiento de masas sin precedentes, en Irán parece haberse instalado una nueva dictadura.
Paso a paso, el régimen de Jomeini intenta desmantelar las conquistas de la revolución iraní; para ello, no duda ni en utilizar la fuerza del Ejército, que había apoyado al sha hasta el último momento, ni en golpear a sectores enteros del movimiento de masas que habían estado en las primeras filas de la larga y dura lucha contra la monarquía Palilevi. Hace dos semanas fueron clausurados más de treinta periódicos, en virtud de una «ley de prensa» que prohibía criticar a Jomeini y a su régimen. Numerosos partidos políticos, desde el Frente Nacional de la burguesía liberal hasta los Fedayines del Pueblo, pasando por el Partido Tudeli (comunista), el Partido Socialista de los Trabajadores (trotskista) y los Muyahedines del Pueblo (islámicos revolucionarios), han sido prohibidos, y sus locales, saqueados y clausurados.
Asistimos ahora a una feroz y sangrienta ofensiva del Ejército y de las milicias jomeinistas contra el pueblo kurdo. En el Kurdistán, que tanto valor y tantos sacrificios humanos aportó a la lucha contra el sha, Jomeini intenta aplastar la lucha por los derechos nacionales de la población y las conquistas revolucionarias de los trabajadores y campesinos kurdos. Se trata, para el régimen, de sofocar uno de los principales focos de oposición al centralismo y autoritarismo reaccionario de la República Islámica.
La misma represión se abate sobre la población árabe del Jusestán, centro de la producción petrolera iraní. También allí Jomeini intenta poner en vereda a los trabajadores del petróleo y a una población que desea hacer valér sus derechos nacionales.
El 31 de mayo y el 23 de junio pasados fueron detenidos en Ajwas, en el Jusestán, dieciséis militantes del Hezbe Karagane Socialist (Partido Socialista de los Trabajadores, sección iraní de la IV Internacional). Semanas después de la detención se les comunicó la acusación: «Complot contra el interés nacional; incitación a los trabajadores; organización de una quinta columna; incitación a los árabes; ser seguidores de los dirigentes nacionalistas de Jusestán y Kurdistán ... »
Su único «delito» fue el de apoyar la lucha de los trabajadores y de las poblaciones árabe y kurda por sus reivindicaciones y sus derechos democráticos. Tres de los detenidos eran candidatos en las elecciones al «consejo de expertos» que elabora la nueva Constitución.
De todo el mundo empezaron a llegar manifestaciones de solidaridad y defensa de los detenidos: desde el sindicato de portuarios de Suecia hasta el Partido Laborista de Nueva Zelanda, pasando por partidos políticos, sindicatos obreros y personalidades de Francia, España, República Federal de Alemania, Estados Unidos, Australia, etcétera. El 29 de junio, 50.000 personas se concentraron en Teherán, exigiendo la liberación de todos los luchadores anti-sha que estaban encarcelados.
Dos de los detenidos del PST fueron puestos en libertad a comienzos de julio. Pero los otros catorce han sido procesados y condenados: doce de ellos, a muerte, y dos, a cadena perpetua.
Ya se han alzado numerosas voces contra estas monstruosas sentencias. En Irán, el gobernador del Jusestán, el director de la National Iran Oil Company (empresa nacional del petróleo) y varios diputados del «consejo de expertos» han solicitado la revisión del proceso.
Todavía es posible evitar las ejecuciones. La LCR y la IV Internacional han lanzado una campaña de urgencia para salvar a los catorce condenados y, con ellos, a todos los luchadores anti-sha que hoy son objeto de la represión jomeinista.
Se trata de ayudar a los kurdos, árabes y demás minorías nacionales de Irán, a los trabajadores y campesinos que luchan por consolidar y ampliar las conquistas democráticas y sociales de la revolución frente a los ataques del régimen de Jomeini. Se trata de impedir que en Irán vuelva a instaurarse una nueva dictadura reaccionaria.
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