"Soldados", de Ungría, recibida en Venecia como "'una parábola del franquismo"
El realizador español Alfonso Ungría vuelve a la Mostra de Venecia con su última película, Soldados. En 1970 presentó su primer largometraje, El hombre oculto. La crítica italiana ha relacionado las películas de Ungría con el cambio político español, desde el inicial carácter críptico, como parábola del franquismo, a la actual situación de recuperar un pasado, como ocurre con Soldados, cuyo proyecto se concreta en 1975 como un intento de trasladar la sociedad española de preguerra y recuperar, a través de la libre adaptación de la novela Las buenas intenciones, de Max Aub, a uno de los escritores más significativos de la literatura del exilio.Los aspectos que han interesado a los, críticos hacen referencia a la constitución narrativa del filme, donde se relaciona el fracaso personal de unos personajes con el general del pueblo republicano que ha perdido una guerra, según explicó Alfonso Ungría en su encuentro con los informadores. También hubo interés por conocer la adaptación de la novela de Max Aub, una novela lineal, decimonónica en su estilo, convertida en un cine de acción. La respuesta del público se ha dividido según los escenarios en que se ha proyectado.
Burla del público
La sesión oficial en el Palacio del Cine se desarrolló dentro de un esquema de respeto; en el programa doble, en un cine al aire libre, con entrada a doscientas pesetas, donde se proyectan dos películas de la selección de la Mostra, una sala que tiene la mayor capacidad de las que funcionan diariamente, un público joven y heterogéneo se burló de algunas escenas.Durante su intervención, Ungría había dicho que su película no era ideológica, sino un drama, y quizá un melodrama. Parte de este público conocía la reciente producción española que sobre el tema de la guerra civil se presentó en la reciente confrontación cinematográfica de Perpiñán, y, en general, es el sector más crítico para las películas presentadas en esta Mostra, que se desarrolla sin grandes acontecimientos cinematográficos y con una especie de consenso hacia la Mostra y la Bienal.
Con el título de Espacio abierto comenzó ayer en la sala del hotel Excelsior una nueva sección informativa donde se van a proyectar películas de diversos cineastas europeos y latinoamericanos, entre los que figura el catalán Xavier Benlloch, con El muchacho que leía a Marcuse.
La nueva generación del cine de animación tiene algunas semejanzas con los cortos filmados, sobre todo en la concepción personal de las imágenes dibujadas, con hallazgos de valoración artística superiores a la necesidad de expresar temas y conflictos actuales de la sociedad norteamericana, lo que significa una radical diferencia con los autores de comics underground. En la sesión se presentaron dibujos animados de Sally Orniskshank, Paul Glabicki, Robert Breer, Kathy Rose, Mary Beams, Dennis Pies, Jane Aaren, George Griffin, Linda Heller, Sara Petty, Suzan Pitt y Carter Burwell. Predominio de eres cineastas.
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