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La esposa del bailarín exiliado Godunov, retenida en Nueva York

Una tensa «guerra de nervios» entre diplomáticos soviéticos y norteamericanos continuaba anoche en el aeropuerto John F. Kennedy, de Nueva York, después de que las autoridades estadounidenses impidieran el despegue de un avión de Aeroflot, la línea aérea soviética, donde iba a regresar a Moscú la esposa de Alexander Godunov, el bailarín del ballet Bolshoi, que el pasado jueves desertó y pidió asilo en Norteamérica.La insólita situación, que podría desembocar en un serio incidente diplomático entre las dos superpotencias, se prolongaba ya por casi veinticuatro horas en el momento de transmitir esta información. El avión de Aeroflot, un Ilushin 62, rojo y blanco, continuaba en la terminal de Pan-Am del aeropuerto Kennedy, con la esposa de Godunov, Ludmila Vlasova, en su interior.

Funcionarios del Departamento de Estado insistían anoche en que no permitirán la salida del avión, a menos que puedan hablar en privado, y fuera del aparato, con Ludmila Vlasova, y que ésta les asegure que abandona Estados Unidos voluntariamente y no regresa a la URSS contra su deseo. Por su parte, los soviéticos acusan a los norteamericanos de «ejercer enormes presiones» sobre Ludmila Viasova, que es también una estrella del ballet Bolshoi, para que deserte a Estados Unidos, algo a le, que ella se niega, según los diplomáticos rusos.

El aparato de Aeroflot fue detenido en el aeropuerto, de forma más bien espectacular, con coches de policía atravesados en las pistas y aEundancia de efectivos policiales rodeando el avión, a las once de la noche del viernes, hora de Madrid, momentos antes de que emprendiese vuelo a Moscú. Tras una noche de tensas negociaciones, se permitió que los pasajeros, muchos de los cuales eran turistas norteamericanos, abandonasen el avión a las nueve de la mañana del sábado, hora de Madrid, quedando sólo en su interior la esposa del bailarín desertor y un grupo de funcionarios soviéticos.

Mientras que los rusos presentan a Ludmila Viasova como atemorizada ante la policía norteamericana y temerosa de que, si sale del avión, se la secuestre, versiones norteamericanas pintan a la bailarina como deseosa de unirse con su marido y rodeada de agentes del KGB que la amenazan para que no salga del avión.

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Bloqueada la salida hacia Moscú del avión donde viaja Ludmila Godunov

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La intransigencia que están mostrando ambas partes añade nuevos elementos de tensión a la ya de por sí crítica situación. Las negociaciones se mantienen al pie del avión por personal diplomático de los dos países, dirigido respectivamente por los número dos de las embajadas en la ONU, Donald McHenry y Eugeny Makeyev. Los departamentos de Estado y de Justicia siguen de cerca el desarrollo de los acontecimientos, se informó ayer oficialmente.

El incidente comenzó el viernes, cuando el bailarín Alexander Godunov hizo pública una declaración en la que afirma que desertó a Estados Unidos para «buscar nuevos campos de la danza» y asegura que «quiero que mi esposa se quede conmigo en Norteamérica». Godunov habría pedido una entrevista a solas con su mujer, a lo que no habrían accedido los funcionarios soviéticos, que llevaron a la bailarina al avión de Aeroflot, mientras el resto de la compañía permanece en Nueva York hasta el domingo, último día de representaciones en el Lincoln Center.

Funcionarios del Servicio de Inmigración y Naturalización dieron la orden de detener la salida del avión ruso, en base a una ley norteamericana que permite a estos funcionarios impedir el despegue de un avión si hay en su interior alguien «en quien están interesados». A partir del momento en que se bloqueó el avión con automóviles, e incluso se dictó una orden al piloto prohibiéndole despegar, comenzó el largo tira y afloja, que no se había resuelto a última hora de la noche del sábado, hora de Madrid.

La embajada de la URSS en Washington presentó anoche una protesta diplomática por el incidente, en la que se acusa a Estados Unidos de «violación del derecho internacional». El portavoz del Departamento de Estado no hizo público, sin embargo, el texto íntegro de la nota de protesta rusa, ni especificó si era nota verbal o escrita. Una declaración escrita de Ludmila VIasova fue hecha pública por los soviéticos, aunque los norteamericanos no aceptan que haya sido redactada libremente. En ella, la bailarina señala que «quiero a mí marido, pero él ha decidido ya quedarse en Estados Unidos y yo deseo volver a la Unión Soviética». Testigos que estuvieron dentro del avión declaraban anoche que la bailarina no parece coaccionada en absoluto.

Mientras continuaban las negociaciones diplomáticas, cada vez a más alto nivel, y el incidente se cargaba de contenido político, las condiciones de las dos partes seguían siendo las mismas: los norteamericanos dicen que no dejarán salir el avión hasta que no hablen en el edificio del aeropuerto con la bailarina y sea ella quien les asegure que abandona Estados Unidos voluntariamente y que no desea quedarse con su esposo. Los soviéticos, entre protesta y protesta y con visible indignacíón, insisten en que la bailarina no saldrá del avión, y que los norteamericanos que quieran hablar con ella deberán hacerlo a bordo.

Alexander Godunov, que sigue en paradero desconocido, hizo ayer una declaración a través de su abogado, Orville Schell, en la que dice estar convencido de que su mujer no regresa voluntariamente a la URSS, afirma estar aterrorizado por el comportamiento inhumano de quienes tienen a su esposa y quieren «llevársela de Estados Unidos por la fuerza y contra su voluntad»

Godunov, un primer bailarín muy elogiado por la crítica y con una brillante carrera artística por delante, desertó el pasado jueves en Nueva York,-donde el ballet Bolshoi ha estado representando los dos últimos meses Romeo y Julieta, Espartaco y El lago de los cisnes. Según todos los indicios fue Mijail Baryshnicov, otro gran bailarín ruso que se pasó a Estados unidos en 1974, quien le ayudó a preparar su deserción y quien le contratará para el American Ballet Theatre.

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