La autonomía andaluza
El editorial de EL PAIS del 9-VIII-1979, al tratar sobre las autonomías, afirmaba que los dos grandes problemas autonómicos ya estaban solucionados, señalando que las demás preautonomías se deberían negociar « ... sin pretensiones de igualitarismo autonómico ni nacionalismo desorbitado, como el que algún partido andaluz anda va enarbolando».Efectivamente: la realidad de cada pueblo es distinta y, por tanto, su autonomía debe ser diferente, pero no de grado menor.
Y me explico. la realidad tercermundista de Andalucía nos muestra que en cuanto a competencias en materia de agricultura su techo debe ser más alto que las del País Vasco en este aspecto, porque si no, ya me contarán a qué tipo de autonomía podremos acceder los andaluces, cuando la médula de nuestra economía es una agricultura paupérrima que hay que transformar en todos los sentidos, de forma que de ella pueda venir nuestro desarrollo.
Porque de la industria, como no sea de la derivada del sector primario, bien poco podemos crecer.
Así que en eso estamos de acuerdo, que no deben ser un «plagio», pero tampoco en inferiores condiciones que lo único que hagan, en la práctica, sea gravar más a los ciudadanos y sean totalmente ineficaces.
Por otro lado, Andalucía accede o quiere acceder a la autonomía, no porque otros pueblos lo hayan hecho, sino porque durante todo el tiempo en que Andalucía ha estado dependiendo del centralismo despótico no se ha hecho nada por ella que no sea especular, expoliar..., y por eso siente la necesidad de ser ella misma la que lleve sus riendas para salir de esta condición de «criada».
Y para ello se debe fomentar el nacionalismo, ya incipiente, un sentimiento de país andaluz, porque hasta que los andaluces no nos conciencemos de que para seguir poblando el solar meridional
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ibérico en condiciones dignas tenemos que considerar que no sólo somos los más alegres, dicharacheros y hospitalarios, sino que también amamos, cuidamos y desarrollamos nuestra cultura, costumbres, economía... En definitiva, nuestro país andaluz, la autonomía quedaría en papeles, pero no en un nacionalismo desorbitado, que pasaría, como en otros sitios, a convertirse en un fascismo solapado, cosa que no queremos, ya lo señala nuestro signo: «... sea por Andalucía, por España y la humanidad.»
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