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España, observador permanente en el Consejo de Cancilleres del Pacto Andino

A las seis de la madrugada del pasado domingo (una de la mañana en Ecuador) el presidente del Gobierno español, Adolfo Suárez, anunciaba en Quito que España había sido invitada a participar, en calidad de nación observadora, a las reuniones de «cancilleres» (ministros de Asuntos Exteriores) del Pacto Andino. Marcelino Oreja, ministro de Asuntos Exteriores, estaba radiante en Quito, tras haber conseguido un tanto importante para su política exterior. El propio presidente Suárez comentaba, minutos después, a un grupo de informadores delante del propio ministro: «Marcelino Oreja es el mejor ministro de Asuntos Exteriores que ha tenido España en muchos años. »El piropo de Suárez no sonó hueco y demostraba también la satisfacción del presidente por el logro, al término de la reunión que mantuvo con los presidentes de Ecuador, Venezuela y Colombia, a la que se adhirieron los cancilleres de Perú y Bolivia. En esta reunión España consiguió situarse como el representante formal del Pacto Andino en la CEE, para cuando el Gobierno de Madrid ocupe un sillón del Consejo de Ministros comunitario, y ello, justo es decirlo, es un éxito personal del ministro Oreja, que puso tesón y fe en esta operación, incluso en contra de las opiniones de algún otro miembro del Gobierno. Cierto es también que la personalidad política y económica del Pacto Andino como movimiento de integración latinoamericano deja mucho que desear en la actualidad. Esta organización es un embrión, o más bien un pacto en potencia, máxime ahora que Ecuador y Bolivia iniciaron una nueva experiencia democrática, mientras que Perú permanece, por el momento, lejano de un régimen de plenas libertades.

También constituye una cierta novedad política de la última etapa del viaje el deseo del presidente Suárez de mediar políticamente en Nicaragua. El jefe del Gobierno español habló con el secretario de Estado norteamericano, Cyrus Vance, sobre la situación política de Centroamérica. Al parecer, el señor Suárez se ofreció a Vance como mediador político para conseguir en Nicaragua un proceso democratizador que no sufra desviaciones hacia el castrismo. En Quito, Suárez conversó con Violeta Chamorro, con el «comandante Cero» y con el ministro de Asuntos Exteriores, Seotto, y prometió ayuda económica y técnica a este país, que el presidente prometió visitar en una próxima gira por Latinoamérica, que le llevará, al parecer en el mes de octubre, también a Panamá, Costa Rica y Venezuela.

Estancia en la República Dominicana

El viaje de Suárez, que ha servido, entre otras cosas, para relanzar la imagen nacional e internacional del presidente, concluyó con una breve escala en la República Dominicana. El avión presidencial, el DC-8 de la Fuerza Aérea española, llegó a Santo Domingo a mediodía (hora local). El presidente de este país, Antonio Guzmán, acogió a Suárez con honores militares y un exagerado protocolo para una visita que sólo fue de seis horas.

Después de los himnos y del saludo al Gobierno que acudió a recibir a Suárez, el presidente Guzmán pronunció un discurso de bienvenida en el que tuvo palabras de recuerdo para el rey don Juan Carlos y en el que elogió el nivel actual de las relaciones existentes entre ambos países. El presidente Suárez respondió improvisando un discurso en el que habló de la necesidad de estrechar lazos entre España y la República Dominicana, prometiendo cooperación en todos los campos y aludiendo a la necesidad de estrechar relaciones entre pueblos afines, sobre todo en estos momentos en que la crisis energética aumentó las dificultades socioeconómicas de muchos Estados.

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Como ejemplo de cooperación, se anunció en Santo Domingo la decisión del Gobierno español de ofrecer doscientos autobuses y de participar en la construcción de la planta eléctrica Itabo II. El avión presidencial abandonó Santo Domingo a las siete de la tarde, hora local, con destino a Madrid, donde el presidente fue recibido a las nueve de la mañana (hora española) por el vicepresidente del Gobierno, general Gutiérrez Mellado, y por varios miembros del Gabinete.

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