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Crítica:MUSICA/"CAMBRILS 79"
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los riesgos de un festival vivo

El Festival Internacional de Música de Cámara de Cambrils (Tarragona) sufrió, en su sexta edición, celebrada recientemente, vicisitudes de diversa índole, algunas importantes, como la sustitución, a última hora, del marco habitual de los conciertos, el bello parque Samá, por el más modesto-Pinaret de Carles Roig. Otras, como pueden ser ciertas alteraciones de la programación, menos apreciables exteriormente, que crearon un clima de inquietud entre los músicos y organizadores. Pero un festival como el de Cambrils no es un festival al uso, donde una agrupación o un intérprete llega, actúa y se va. Cambrils pretende ser -y creo que lo ha sido siempre- una cosa viva, una manifestación artística palpitante y, por tanto, llena de riesgo. El imprevisto, el contratiempo, puede surgir en cualquier momento, y este año se presentó con alarmante frecuencia. Hubo que alterar sustancialmente la programación al no poderse contar con uno de los directores invitados, que rehusó actuar por irregularidades en el régimen de ensayos de la orquesta. Gracias al esfuerzo final de músicos y organizadores, se consiguió soslayar parcialmente tan difícil escolio, y el maestro Jacques Bodiner pudo ofrecer, al frente de la Orquesta del Festival, uno de los dos conciertos programados, en uno de los momentos más difíciles y apurados de la ya larga historia del festival.Cambrils-79 ha tenido tres fases claramente diferenciadas, que se han cumplido en líneas generales. Conciertos corales, conciertos de cámara y conciertos sinfónicos. En todas ellas ha habido cosas dignas de ser resaltadas, desde el homenaje al padre Antonio Soler, en el 250 aniversario de su nacimiento, con la actuación de la soprano Josefina Cubeiro, que hizo una preciosa Lamentación a solo, hasta el concierto de clausura, con la Orquesta del Festival dirigida por Jacques Bodmer.

Recordemos ahora el concierto inaugural, con la Coral del Conservatorio de Barcelona dirigida por Enrique Ribó, con una excelente versión de los valses Liebeslieder, opus 52, de Brahms. Citemos igualmente las bellísimas piezas sinfónico-corales del maestro del barroco tarraconense Joan Ripollés, con el Coro Mateo Fletxa, de Vilaseca y Salou, y la Coral Verge del Camí, de Cambrils, así como el Stabat Mater, de Pergolesi, con solistas y Coro de Sant Esteve, de la Escuela Municipal de Música de Vilaseca y Salou, dirigidos por Angel Recasens. Un sexteto del italiano hispanizado Luigi Boccherini, una magistral actuación del Cuarteto Hispánico Numen, donde se pudo escuchar uno de los cuartetos del compositor toledano del siglo XVIII Manuel Canales, un inolvidable Cuarteto para flauta y cuerdas, K. 631, de Mozart, donde lució su musicalidad incomparable ese genial flautista llamado Willy Freivogel; un Primer concierto, para piano y orquesta, de Beethoven, con un solista excepcional, el mallorquín Ramón Coll, y otras muchas obras.

Como de costumbre, se tuvo en cuenta a los compositores españoles contemporáneos, y así pudimos asistir a dos estrenos mundiales el de Presentación, de José Buenaiu, breve pieza aleatoria, no exenta de curiosos efectos y buen humor, del primer movimiento del Concierto, para flauta de pico, y orquesta de cuerdas del mallorquín Román Alis, pieza de hondo lirismo y poesía, que fue muy bien interpretada por el profesor Mariano Martín, del Conservatorio de Madrid.

En el concierto de clausura, Jacques Bodiner, al frente de la Orquesta del Festival, estrenó el Concierto, para flauta y orquesta de cuerdas, de Carlos Cruz de Castro, en el que fue solista la norteamericana Bárbara Held, dedicataria de la obra. Se trata de una pieza concebida en un solo trozo. La flauta ejecuta breves pasajes de carácter virtuoso, utilizando variados recursos sonoros, con una cierta independencia de la orquesta que le sirve de impulso y apoyo rítmico ostinato.

En la misma velada resaltaron las actuaciones del guitarrista andaluz Carmelo Martínez y del contrabajista norteamericano Steven Zlornke.

Se cerró el festival con la reposición a escala mundial de la Sinfonía en re mayor, de Carlos Ordóñez (1734-1786).

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