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Entrevista:

Pintura española en Nueva York

Entrevista con Margit Rowell conservadora del museo Guggenheim

El próximo invierno, el Museo Solomon R. Guggenheim ofrecerá al público neoyorquino una exposición que reunirá a diversos representantes de las últimas tendencias plásticas españolas. El hecho merece ser destacado, pues puede suponer el reconocimiento internacional de nuestros más jóvenes pintores y escultores. La organización de la exposición se halla a cargo de Margit Rowell, conservadora del museo, que se apuntó ya un éxito la pasada temporada con aquella extraordinaria muestra que se llamaba Theplanar dimension. Con motivo del reciente viaje de miss RoweIl a nuestro país. Fernando Huici conversó con ella.

Pregunta Está usted preparando una exposición sobre pintura joven española. Quisiera que me detallara en que consiste el proyecto.Respuesta. Hace ahora dos años, aproximadamente, decidimos en el museo Gu9genheim organizar una exposición de jóvenes artistas españoles, porque en América no se sabe prácticamente nada sobre el tema. Allí, el público no conoce nada posterior a la generación de El Paso y Dau al Set; e incluso no con esos nombres, sino por algunas figuras singulares, como Tapies, Millares, Saura o Chillida. La última exposición de joven pintura española realizada en Estados Unidos tuvo lugar en Nueva York veinte años atrás. Es evidente que los jóvenes de aquella, época no siguen siéndolo hoy. Hace, pues, un par de años se me propuso un viaje a España para efectuar una prospección. La posible exposición dependía de que yo encontrara o no algo interesante en el curso de dicho viaje. Vine aquí sin idea alguna de lo que iba a ver, pues el desorden con el que se recibían en el museo los catálogos españoles no permitía juzgar a partir de éstos qué estaba realmente sucediendo en España; no había forma de entender qué relación guardaban esos datos aislados con la pintura de la generación anterior. Decidí, pues, que había que venir en frío.

P. A la hora de juzgar a ciertos artistas que, aun cumpliendo un rol importante en nuestro país, siguen un camino que ha sido ya frecuentemente recorrido en América, ¿los toma usted en cuenta de cara a su selección?

R. Ante todo, considero interesante que el trabajo sea personal. Pienso que un artista puede estar influenciado por los pintores americanos, del mismo modo que éstos lo estuvieron por los cubistas en los años veinte (lo que suponía, en cierto modo, un retraso de diez años). Si el resultado es una creación personal, si no es una mera copia del modelo, puedo muy bien aceptarlo. No busco el atavismo español, pues pienso que ha pasado ya la época en la que nos interesábamos por las raíces, por lo pintoresco. Antepongo la calidad a la diferencia.

P. ¿Existe una diferencia nacional, una identidad más allá de lo puramente pintoresco? No pregunto sólo por el caso español, sino por todos aquellos que han sido objeto de exposición por parte del museo.

R. Pienso que depende de quién y cómo ha efectuado la selección. Podemos llegar a cualquier país y escoger a los artistas internacionales. Son como la cocina internacional. Al igual que el escalope, el minimal o el conceptual se encuentran en todas partes. Si basamos nuestra selección en dicho criterio, no hay diferencia entre países.

P. A eso me refiero. ¿Aparecen tendencias de interés que no estén directamente relacionadas con las grandes corrientes internacionales?

R. He encontrado aquí mucha originalidad. No podría definir aún el carácter de ese nuevo arte español, a pesar de sentirlo instintivamente. Pero pienso que esa originalidad puede provenir quizá del hecho de que los artistas españoles no han tenido acceso a tanta información como, digamos, los franceses o los italianos. A ello hay que sumar una gran tradición artística y cultural que se hace sentir en las obras que he visto. Todo ello nos lleva a la existencia de una sensualidad, una luz, una materia, muchas cosas que bien pudieran tomarse como específicamente españolas, aunque no acertemos a definirlas con precisión. Y, todo ello, teniendo en cuenta el hecho de que la vida es actualmente muy difícil para esos artistas. En mis viajes de prospección por otros países no he encontrado un fenómeno semejante. El arte era allí mucho más intelectual, más árido, más austero. No sé si los españoles son muy literarios o muy musicales, pero, desde luego, son muy plásticos.

P. ¿Cómo ve usted la transición entre la generación, digamos, conocida intemacionalmente (El Paso, Dau al Set) y los jóvenes?

R. Fue para mí una gran sorpresa. Aunque pueda parecer estúpido, yo esperaba encontrar a los herederos de aquella generación de posguerra, la sucesión de la abstracción informal, de la materia... Me sorprendió encontrar una reacción muy fuerte contra aquello que se manifestaba, ya sea por medio de la figuración (con muy distintas vías y no precisamente realistas) y de la pintura- pintura. Al tiempo, los colores eran más claros, la pintura más fresca y menos aparentemente trágica.

P. ¿Cuáles serían, en su opinión, las causas de esa reacción?

R. No lo sé. De hecho, otros países han tenido también esa ruptura, pero allí lo hemos ido viviendo día a día y el proceso resultaba menos sorprendente. En el caso español hemos tenido menos información, puede que por un problema de mercado, y el reencuentro supone un choque.

P. Quisiera ahora que me hablara de los criterios que se siguen en la selección de la exposición que prepara.

R. Mis criterios han cambiado al menos seis veces a lo largo del camino, y aún pueden hacerlo de nuevo. Ante todo, atiendo a la calidad y originalidad.

Por otra parte, deben ser artistas que, prácticamente, no hayan expuesto en América para que resulte un shock para el público, del mismo modo que lo ha sido para mí. La cuestión de edad no entra dentro de unos límites rígidos; sin embargo, la mayoría de artistas que he tomado en cuenta tienen, grosso modo, entre treinta y cuarenta años porque vienen a conformar una estética de generación realmente nueva. Puede parecer cruel que esto me obligue a pasar por alto a toda una generación, pero pienso que es importante mostrar hoy esa nueva estética. En un primer momento, entendiendo que son muchos y muy diversos los fenómenos que aparecen a lo largo del país, pretendí reflejar fielmente esa diversidad por medio de un abanico que diera cuenta de cada una de las tendencias. Más tarde opté por una segunda vuelta, en la que sólo contara la calidad. No se trata de hacer una exposición antropológica. Los artistas van a ser valorados en Estados Unidos por lo que son y no por lo que representan en relación a su país. Respecto a la selección definitiva, debe quedar muy claro la importancia de que la exposición pueda ser entendida por el público americano; pues, en caso contrario, nos haríamos todos un flaco favor. Soy especialmente sensible al hecho de que hay aquí muchos artistas extraordinariamente válidos y que no todos podrán ser escogidos. Se trata de seleccionar aquella exposición que mejor represente a España en América. No debemos olvidar que existe un abismo cultural entre ambos países. Precisamente, una exposición fácilmente comprensible funcionará, más que como una maniobra oportunista, como una llave que abre puertas, que permite el acceso a otras obras que, hoy por hoy, iban a encontrar un rechazo. Algunos artistas muy apreciados en España y por buenas razones no serían fácilmente comprendidos. Ello daría lugar a malas críticas y eso crearía, un bloqueo. Lo que yo busco es una apertura, lo que no implica facilidad, sino operatividad.

Referencias a la naturaleza

P. Lo que ha encontrado usted en España, ¿tiene alguna relación con lo que en estos momentos se está haciendo en EEUU. No hablo tanto de las grandes corrientes de los setenta (conceptural, posconceptual, minimal...) donde la relación podría ser directa, sino en aquello que presenta una originalidad.R. Esa es una pregunta que me interesa especialmente. Pienso que en América, aun cuando toda generalización sea parcialmente falsa, hay entre los jóvenes una vuelta a la figuración y, habiendo sido allí la abstracción la escuela dominante, los artistas tienen ahora dificultades para encontrar su vía. Creo que lo conseguirán, pero no sin un considerable esfuerzo. En España, supongo que a causa de que la empresa de la abstracción no habrá ejercido su fuerza del mismo modo, he encontrado una gran originalidad en la búsqueda. Personalmente, mis gustos se dirigen hacia la abstracción, pero aquí me he apasionado por las investigaciones desarrolladas en el terreno de lo figurativo (dicho en un sentido muy amplio). Además, los artistas españoles hacen constantes referencias a la naturaleza, al contrario de los americanos, que, en las grandes ciudades, se encuentran totalmente seccionados del medio natural y reducen sus referencias a lo meramente pictórico. Entiendo, pues, que esta exposición puede resultar muy interesante para los americanos no sólo porque les revelará un arte que ignoran por completo, sino porque los pintores aportan en ella soluciones a una cierta figuración que pueden servir de apoyo a los jóvenes artistas americanos.

P. ¿Hay ya puntos de coincidencia? Ese posible interés a despertar en los jóvenes artistas americanos, ¿tiene como causa la existencia de ciertos problemas comunes?

R. ¿Problemas comunes a españoles y americanos? No sé. De todos modos tenemos una diferencia de cultura, y, por tanto, las soluciones que cada uno encuentra, las encuentra con relación a su propia cultura.

P. ¿Cuándo tendrá lugar la exposición?

R. Entre febrero y abril. Como usted sabe, Chillida obtuvo el Premio Carneguie de este año, y la exposición que, con tal ocasión, organiza en Pittsburg el Instituto Carneguie vendrá al Guggenheim en esas fechas. Eso nos dio la idea de mostrar al mismo tiempo las jóvenes tendencias españolas, para establecer una confrontación de generaciones y, un poco, para consagrar así el museo de arte español. Después haremos circular la exposición por Estados Unidos. La gira durará, al menos, un año. Aun cuando los acuerdos no estén del todo establecidos, puede decirse que seguramente irá, entre otros lugares, a Buffalo, San Francisco, Texas y México.

P. ¿Ha habido participación española en el proyecto?

R. Una gran participación. El Gobierno nos proporciona fondos para hacer circular la exposición y, por ello, le estamos muy agradecidos. Pienso que es una ocasión importante para mostrar en Estados Unidos a esa generación del arte español y hubiera sido una pena enseñarlo sólo en una ciudad. Participan, entre otros, en el proyecto el Centro Iberoamericano de Cooperación de Madrid, el Comité Conjunto Hispano-Norteamericano y el Consulado General de España en Nueva York.

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