Nicaragua: un país arruinado
«La dimisión del presidente Somoza pone fin a la interminable agonía de un régimen desacreditado y que no contaba con ninguna base política. La explotación de un pueblo por una familia sin escrúpulos había sido llevada, desde hace más de cuarenta años, hasta los límites de lo imaginable.El cambio decisivo se produjo en 1972, cuando Somoza se apoderó de los socorros internacionales envíados a las víctimas del terremoto. Cogido por una especie de frenesí, se había lanzado a una especulación inmobiliaria desvergonzada, que arruinó barrios enteros en el centro de la capital. La burguesía local, al mismo tiempo, se veía poco a poco privada de las migajas del pastel que disfrutaba hasta entonces, a cambio de su renuncia, en provecho de los Somoza, de todo poder militar y político.
La caída del régimen ha sido provocada por la alianza de esta burguesía con los guerrilleros del Frente Sandinista. ( ... )
En octubre de 1977, doce hombres sin pasado político, que representaban las fuerzas vivas del país, empresarios, abogados, sacerdotes, declaran públicamente que es necesario tener en cuenta a los sandinistas. Establecen contactos, se esboza una estrategia, cuando una fracción del Frente se lanza, de fonna un poco aventurera, en septiembre último, en una insurrección general. La obstinación de Washington en apartar a los sandinistas hizo fracasar en el otoño la paz que parecía entonces posible. Fue necesaria una segunda insurrección, todavía más sangrienta que la precedente, que provocó la muerte de 30.000 personas, en un pequeño país de cerca de dos millones y medio de habitantes, para que Estados Unidos se decidiese a tratar con el Frente.
Somoza, cuyos bienes en Estados Unidos se calculan en quínientos millones de dólares, deja un país exangüe y arruinado. El Gobierno americano había propuesto, estas últimas semanas, una ayuda económica masiva, a cambio de la entrada de personalidades moderadas en el Gobierno provisional. No obtuvo satisfacción, pero parece dispuesto a mantener su oferta.
Dos tendencias coexisten, en efecto, en el seno del nuevo poder: una, heredera del grupo de los doce, aceptaría una solución social-demócrata y no desea en lo inmediato, una vez expropiados los bienes del dictador y de los paniaguados del antiguo régimen, provocar una conmoción social importante. La otra, por el contrario atraída por la experiencia castrista, no se contentará con un simple restablecimiento de la democracia
Después de la instalación del régimen revolucionario de Maurice Bishop en la isla anglófona de Granada, el 13 de marzo, la llegada al poder de un Gobierno prosandinista en Managua es otro revés para Estados Unidos. ¿No es acaso cierto que uno de los miembros de este Gobierno, Ramírez, declaró a Izvestia, de Moscú, que Nicaragua se situaría de ahora en adelante en las filas de los países no alineados y establecería lazos estrechos con los países socialistas?
Ahora les toca el turno a otros regímenes autoritarios y, conservadores de la región, como los de Guatemala, Honduras y El Salvador. Pero Carter habrá tenido al menos la satisfacción de no haber denunciado nunca las violaciones de los derechos del hombre de un aliado y protegido de Estados Unidos. ( ... )»
18 de julio
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