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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Detenido por opositor

Soy un investigador que lleva muchos años trabajando en la especialidad del hebreo, cuya docencia he ejercido en la universidad alemana. A mi vuelta a mi país me he encontrado con lo más insólito: presidentes de tribunales de oposiciones que intentan el soborno para que uno se retire de las oposiciones, tribunales que no puntúan las publicaciones ni los títulos académicos, que en ejercicios de filología semítica ponen turco, que están formados por los mismos señores que han escogido a dedo, con estricto criterio caciquista, a unos de los opositores; que puntúan al máximo la docencia que ellos regalan a unos y niegan a otros..., y la complicidad del Ministerio de Investigación y Universidades.Acabamos de celebrar unas oposiciones de arameo para el CSIC, en las que he intervenido como opositor. Al llegar mi turno, en el primer ejercicio, tras exponer mi curriculum académico, intenté exponer las razones por las que no podía opositar, haciendo crítica de la situación del CSIC y de la universidad y demostrando que así no hay la neutralidad requerida en oposiciones. El tribunal me ha impedido el desarrollo de la exposición, interrumpiendo el acto. Ante mi negativa a abandonar la sala, el presidente del tribunal, don José Luis Lacave Riaño, presidente del Arias Montano, instituto que discrimina gravemente a los investigadores, llamó a la fuerza pública, quien me llevó, primero, a la comisaría, y luego, al juzgado de guardia.

Quiero constatar la increíble actitud del representante de la función pública, para quien la justicia de la oposición se centra sólo en el acto mismo de la oposición, importándole un bledo la manipulación previa a la oposición, las relaciones que median entré los miembrós del tribunal y el opositor. Es indudable que la función pública, tenga o no buena voluntad, lo que hace con esa actitud ignorante es legalizar el fraude de las oposiciones.

Recojo como significativo el gentil gesto de la policía en comisaría: «Cómo usted necesitaríamos muchos hombres en España.» Otro: «Es un abuso que se nos llame para estas cosas. El tribunal tiene que aguantar.» Creo también llena de consecuencias la observación de la policía: «Eran precisamente sus compañeros los que nos incitaban a desalojarle,» Atinada observación que demuestra que muchos institutos del CSIC están formados por círculos cerrados, reacios a la verdadera ciencia, fruto de los años de personalismo, y que no puede dejarse su destino en sus propias manos.

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