Carter promete "medidas rígidas" para reducir la importación de petróleo de Estados Unidos
Una serie de medidas rígidas, destinadas a reducir la demanda de petróleo importado en Estados Unidos, serán anunciadas en fecha próxima por el presidente Jimmy Carter, quien suspendió repentinamente y sin explicación oficial el discurso sobre el problema energético que debía haber pronunciado anoche.
La expectación con que se esperaba la presencia de Carter ante las cámaras de televisión fue superada con creces por la sorpresa que causó la abrupta decisión de cancelar el discurso.Carter regresó precipitadamente de Asia el pasado fin de semana, después de cambiar sus planes y anular unas vacaciones de tres o cuatro días en Hawai. El aumento de precios decretado por la OPEP, los acuerdos de limitación del consumo petrolífero adoptados en la cumbre de Tokio, y, sobre todo, la grave situación creada por la escasez de gasolina en algunas zonas de Norteamérica, motivaron el retorno del presidente a la Casa Blanca.
El pasado lunes se anunciaba que Jimmy Carter se dirigiría a la nación el jueves a las nueve de la noche por las cuatro grandes cadenas de televisión. Los observadores vieron entonces un claro intento del presidente de mostrar decisión y firmeza, reparando así en lo posible su deteriorada imagen pública.
Pero, ante la sorpresa y la estupefacción de comentaristas políticos y público en general, la Casa Blanca anunciaba el miércoles por la noche que el discurso de Carter quedaba suspendido y no sólo no fijaba una fecha posterior, sino que ni siquiera daba algún tipo de explicación.
Más tarde, portavoces de la Casa Blanca dijeron que no se trataba de una crisis mundial desconocida por la opinión pública, ni de una enfermedad del presidente, que continúa en su residencia de descanso de Camp David. Ayer por la mañana, el secretario de prensa de Carter, Jody Powell, pretendía clarificar el asunto sin conseguirlo.
Powell dijo que el presidente se comprometió en Tokio a limitar el consumo norteamericano de petróleo importado a ocho millones y medio de barriles diarios hasta 1985, y que para respetar ese compromiso serán necesarias medidas rígidas que se anunciarán próximamente.
Con millares de airados automovilistas haciendo varias horas de cola ante las gasolineras de muchos puntos del país y con la imagen de Carter desplomándose en los sondeos de opinión, el jefe de prensa de la Casa Blanca, y el asesor especial para asuntos de medios de comunicación, Gerald Rafshoon, pensaron que el presidente debía dirigirse al país lo antes posible y, al parecer, Carter aceptó la idea.
Pero, después, otros asesores presidenciales, entre los que se cuentan el ministro de Energía, James Schlesinger y el jefe del grupo de trabajo en este tema de la Casa Blanca, Stuart Eizenstat, parecen haber convencido al presidente Carter de que un discurso sin propuestas concretas era peor que una intervención más tardía, pero más documentada para reforzar su imagen.
Los ayudantes presidenciales continúan trabajando contra reloj en un programa energético que, se sabe ya, incluirá un plan de racionamiento de gasolina, preparado para cuando haga falta recurrir a él, un proyecto de creación de un departamento que dirija la fabricación de combustibles sintéticos y la proposición de rebajar algunas normas anti-contaminación, que hagan posible una mayor utilización del carbón y otros combustibles sucios.
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