El tema judío
Aunque soy judío, ni soy creyente ni estoy de acuerdo con la política del Estado de Israel. Identificado de este modo, paso a comentar la presentación de Holocausto, el pasado viernes. Uno no puede dejar de asombrarse de lo «listos» que son los de derechas: siempre tienen razón. En primer lugar, el funcionario profesor Tusell se lamentaba de que, a pesar de los horrores que íbamos a presenciar, aún existiesen en España ultraderechistas nazis e ¡izquierdistas!; como si existiese término de comparación. Y después, se dedicó a desviar la atención del problema, señalando similitudes con el Gulag. No es que yo siente la menor simpatía por Stalin y epígonos, pero me parece que hay diferencias notables.Pero el colmo de la paciencia lo rebasó el funcionario profesor Pinillos. A la pregunta de qué hacíamos en España mientras se mataba a tantos judíos y comunistas, respondió que eso debería contestarlo otra persona. Natural. Su respuesta sincera debiera haber sido: «Pues, mire, yo, personalmente, echaba una mano a Hitler yendo a la División Azul.» Reiteró hasta la saciedad la dudosa versión de la doctrina de Platón y Demócrito, según la cual el verdugo se degrada más que la víctima. Vaya por Dios, resulta que los nazis eran unos sacrificados. También señaló que una cosa es la fría cifra de seis millones de muertos y otra ver cómo se mata en concreto. De acuerdo. Una cosa es saber que existió la División Azul y otra es ver a José Luis Pinillos matando a algún que otro espécimen de subhombre bolchevique. Vivir para ver.
En medio de todo, es grato ver que aún quedan filósofos humanistas de la talla de Julián Marías.
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