Represión sobre la mujer

Dos mujeres han muerto en Euskadi el fin de semana que iniciaba el mes de junio. La primera murió por la hemorragia que siguió a un aborto provocado. Era casada, madre de dos hijos, y tenía veinticuatro años. vivía en Pamplona. La otra mujer. casi de la misma edad, murió por la actuación de un varón que llevó su machismo al último extremo: matar.Creo que tenemos derecho a hacer con nuestro cuerpo lo que queramos. Creo que no está bien tener hijos por accidente o, por lo menos, no obligatoriamente cuando esto ocurra. Creo que haya derecho a no tener hijos cuando se concibieron por una violación, por una goma rota, una pastilla olvidada o ineficaz (el 0,003%o), un ogino o un interruptus que demostraron una vez más su inutilidad; una imprevisión, una inconsciencia, una borrachera. Creo que tenemos derecho a nacer porque querían que naciéramos y no por un error o una ley que prohíbe abortar y obliga a gestar. Creo que los hijos nunca tienen que ser un castigo. Y creo que toda esa gente que dice «haberlo pensado antes», «a todos nos gusta ... pero hay que cargar con las consecuencias», se alegra con el mal ajeno; siente rabia, envidia, morbosidad y sentimiento de culpa; tiene resentimientos o miedos ocultos; se complace en el mal y no desea la felicidad de sus semejantes. No creo que sea el amor el que les impulsa a defender el huevo. Creo que utilizan a ese posible ser como medio para proyectar sus frustraciones, sus rencores, los demonios y fantasmas que les infundieron en su niñez, adolescencia y juventud, y que, desgraciadamente, siguen recibiendo en su adultez. No aman lo que ven y dicen amar lo que no ven.

Nos imponen centrales nucleares sin saber ellos mismos cómo controlarlas, ni qué hacer con los residuos, ni cómo evacuar, ni qué hacer con ellas dentro de unos años, ni qué pasará a las futuras generaciones; sin contar con la gente que vive en la tierra. Nos imponen gestaciones obligatorias. No les gusta la libertad ni la vida.