Algunas zonas de Managua permanecen bajo control sandinista
Mientras el presidente Somoza anunciaba en rueda de prensa que sus fuerzas ganan terreno, los combates continúan en la capital de Nicaragua, aunque con menos intensidad que el domingo. No es posible llegar al aeropuerto de Las Mercedes y las barricadas impiden el acceso a numerosos barrios de la capital. Desde Costa Rica se calcula en trescientos el número de guerrilleros sandinistas muertos en la ofensiva del domingo. La Cruz Roja reduce el número de víctimas de ambos bandos a un centenar.
Managua no se ha repuesto aún de las horas de intenso pánico vividas en la noche del sábado y durante todo el domingo, y que son, sin duda, las más dramáticas que recuerdan los habitantes de la capital de Nicaragua desde que el Frente Sandinista de Liberación Nacional declaró la guerra al régimen de Anastasio Somoza. Barrios enteros, en los cuatro puntos cardinales de la ciudad, quedaron en manos de los guerrilleros, cuyo alto número sólo sería explicable con la teoría de la generación espontánea. Desde ellos, los combates con soldados de la Guardia Nacional fueron permanentes y duros. El silencio, el silencio terrible de esta ciudad muerta, hizo aún más audibles los constantes sonidos de las ametralladoras y los fusiles, de las bombas y de las armas pesadas.Por una vez, las realidades confirmaron los rumores. La ofensiva sobre Managua había sido reiterado motivo de conversación durante los días precedentes al fin de semana. Ya el viernes por la noche habíamos vivido un preludio, una especie de ensayo general con todo, de lo que resultó ser el domingo barricadas en casi todos los accesos a los barrios, quemas de vehículos, incendios de algunas casas y disparos sin cesar, muchos disparos de muy diversos calibres.
En el barrio San Judas, en Altagracia, en Ciudad Jardín, en la colonia Luis A. Somoza, en Altamira, Nicarao, la colonia Catorce de Septiembre, en Linda Vista, en Las Brisas... todos estos puntos fueron, durante horas, islas en poder de los sandinistas.
En algunos puntos, corno el Reparto Shik, la Guardia Nacional no se ha atrevido, tan siquiera, a entrar. En dicho lugar, y en otros corno el barrio San Judas, podría hablarse con propiedad de una insurrección popular. Todo el mundo dispone de armas, traídas en vehículos por guerrilleros de uniforme. En San Judas, precisamente. es donde parece haber mayor número de bajas entre la población civil. Se habla allí de por lo menos cuarenta cadáveres. aunque no ha sido posible comprobarlo personalmente. Pero, sin más remedio, la intensidad del fuego, los ametrallamientos aéreos, han tenido que producir gran mortandad en los dos bandos.
Muchas personas de los barrios afectados por los incidentes han abandonado sus hogares y, en vehículos o a pie, han buscado refugio en casas de amigos o familiares. El hotel Intercontinental, peligrosamente situado a treinta metros del cuartel general de la GN y del despacho de Anastasio Somoza, se ha llenado de familias enteras, que relatan aterrorizadas la intensidad de los combates.
La pregunta que todo el mundo se hace es si los sandinistas disponen de hombres y armas suficientes para, literalmente, tomar Managua. Nadie tiene la respuesta. Las mismas características de la ciudad, dispersa alrededor del que fue antiguo centro, completamente destruido por el terremoto de la Navidad de 1972, hacen muy difícil el control efectivo de zonas amplias. Esta situación favorece, sin duda, al Ejército, que puede fácilmente rodear y así aislar barrios enteros. En la mañana del domingo, los guerrilleros consiguieron llegar hasta las cercanías del estadio nacional, donde reciben entrenamiento militar reservistas nicaragüenses, situado a menos de dos kilómetros del cuartel general de Anastasio Somoza.
Da la impresión de que el FSLN está volcando toda su fuerza en esta batalla de Managua. El resto de los focos de tensión en el interior del país parecen haberse volatilizado. Masaya ha sido recuperada por la Guardia.
La batalla del Sur
Este hecho habría sido, sin duda, la vedette publicitaria del Gobierno nicaragüense si no se hubieran producido los sucesos de Managua. Los periodistas extranjeros, trasladados expresamente a la frontera sur en helicópteros militares, pudimos comprobar que la zona estaba en manos de la tropas leales a Somoza. Visitamos campamentos abandonados por los sandinistas, vimos varios vehículos blindados, destrozados por las granadas. Los oficiales nicaragüenses insistieron mucho en que comprobáramos que las placas de matrícula de dichos vehículos estaban expedidas en Costa Rica. Uno de dichos automóviles, recién estrenado, con apenas quinientos kilómetros en el registro, blindado interiormente con chapas de acero, pertenecía, según aseguró el comandante Bravo, jefe de la operación, a Eden Pastora, el Comandante Cero.
La Guardia empleó en la batalla definitiva alrededor de seiscientos hombres. La lucha comenzó a las cuatro de la madrugada del sábado y concluyó a las nueve de la mañana del mismo día. Según Bravo, nombre de guerra del oficial nicaragüense que dirigió la batalla, murieron en este lapso 42 guerrilleros. En total, y siempre según la versión de la GN, esta causó 138 bajas al FSLN desde que estos iniciaron la ofensiva del Sur, el 29 de mayo. La GN perdió en la batalla del sábado ocho hombres, y catorce más resultaron heridos.
Nosotros pudimos ver los cadáveres de seis guerrilleros, entre ellos una mujer, en el lugar conocido por «Los Mojones», en la batalla raya fronteriza entre Costa Rica y Nicaragua. Por este punto, según parece, huyeron la mayoría de los guerrilleros. Allí estaba situado, aparentemente, uno de los campamentos importantes del FSLN en la «operación Sur». Había grandes cantidades de municiones, armamento, medicinas, alimentos y vehículos. Cuando visitamos el lugar, seis horas después de que Finalizara la batalla, los cuerpos sin vida de los seis guerrilleros, uniformados de color verde oliva, yacían en el suelo frente a una improvisada asta de bandera, en la que más tarde sería izada la enseña de Nicaragua. Decenas de soldados, cuerpo a tierra, debajo mismo de una alambrada que sirve de frontera, apuntaban sus armas hacia territorio costarricense.
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