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La fiesta, la sauna y el desfile de modelos

Ángel S. Harguindey

El ambiente en el Pabellón de Deportes del Real Madrid el pasado domingo por la noche era una mezcla de fiesta, sauna y desfile variopinto de modelos. La fiesta se consiguió entre Gordon, Dury y las 2.500 personas que medio llenaban el local. La sauna -más de 45 grados de temperatura, con el nada despreciable aditamento de los miles de cigarrillos fumados con delectación- se consiguió entre el Real Madrid, propietario de un local herméticamente cerrado durante la calurosa jornada, y Gay & Co., arrendatario del Pabellón (750.000 pesetas por noche), que parece tener una timidez excesiva para quien pretende dedicarse al negocio de los conciertos musicales.(Gay, si pagas eso, ¿por qué no exisges que se abran todas las ventanas que circundan el local? ¿Has pensado en que el verano y el calor son propicios para los conciertos al aire libre, con hierba, estrellas y una luna luminosa? Se puede ser moderno. pero también hay que ser profesional y eficaz. Lo uno no quita lo otro, y todos sudamos menos.)

Más información
Una noche de "rock" con Robert Gordon e Ian Dury

El desfile varlopinto de modelos lo puso la gente con sus personales e intransferibles disfraces-vestidos. Había un poco de todo: modelos tipo hippie (pocos); mucho joven- normal-pantalones vaqueros-camisa; sofisticados a lo Gene Vincent, e incluso Chuck Berry, modernas de lamé, muchas gafas años cincuenta; alguna bota chiruca o trajes ecologistas (flores y todo eso). En definitiva, había tanto vestuario entre el público como en el escenario de las estrellas.

La qente cada vez participa con mayor sinceridad: de sequir así. dentro de poco serán mayoría los que hagan lo que desean sin molestar a nadie Hasta los de las mesas del sonido estaban contentos (catorce botes de cerveza en tres cuartos de hora, y eran cuatro personas con alguna que otra novia).

Cuando Dury levantaba su brazo con el conocido y universal símbolo de lo que antaño era considerado «cornudo», siempre le respondían cincuenta o cien personas -de las que se colocan cerca del escenario- con idéntico símbolo manual. y todo al ritmo de la música rock-era del ídolo de los poliomielíticos y cojos, en particular, y uno de los de la gente divertida, en general.

Justo a la entrada -siguen sin abrir todas las puertas (gay, si pagas, ¿por qué no exiges? ¿No sabes que eso es el sistema?)-, un puesto de venta de botones, posters y camisetas, los primeros a cincuenta pesetas, las últimas, a trescientas, y los de enmedio, ni se sabe, porque estaban mojados por la temperatura ambiental. El telón del escenario se debía al nuevo disco del Dury (42 portadas distintas en la distribución mundial y un solo plástico verdadero, titulado Hágalo usted mismo. Pues bien, colocadas todas las portadas juntas, nos encontramos con amplio muestrario de papeles pintados para cuartos de estar, digno acompañamiento formal al respetable modelo de cuadro «ciervos abrevando en el bosque»).

Una vez más, la gente y las estrellas del rock demostraron estar por encima de los intermediarios. Las entradas del dominoo se pusieron a la venta el viernes por la tarde, con poca publicidad y sin ninguna ventaja para un público que, además de oír dos estupendas horas de rock and roll, tomó, obligatoriamente, una sauna no siempre deseada, aunque higiénica y saludable para eliminación de toxinas. En definitiva: una noche memorablemente divertida por seiscientas pesetas cada uno, o 1.200 la pareja.

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