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Rosa Montero: "El mío es un libro efímero, y me parece muy bien que lo sea"

Mañana se presenta su novela "Crónica del desamor"

Juan Luis Cebrián presenta mañana, lunes, en la librería Antonio Machado, Crónica del desamor, primera novela de nuestra compañera de redacción de EL PAÍS Rosa Montero. A caballo entre la novela y el reportaje, Rosa Montero cuenta, sin concesiones, la historia de una mujer, que puede ser muchas, que no es ninguna en concreto Y que parcialmente, como pasa siempre, permite la identificación. Es una historia agria y bien escrita, rápida y caótica como la vida misma, pero que, como la misma vida, permite un orden posterior, vital Y racional a los ojos de una mirada inteligente. Y la de Rosa Montero lo es.«Aclararía mucho». dice Rosa Montero, «decir cómo surgió este libro: la Editorial Debate me pidió una cosa de periodismo y feminista. Firmé un contrato, me dieron un pequeño adelanto. me lo gasté y, cuando faltaba poco más de un mes para la fecha en que había prometido entregarlo. me di cuenta de que no me apetecía nada seguir haciendo entrevistas ni feminismo. Salió una cosa narrativa. Una especie de monstruo. Luego lo reescribí y salió esto. Pero yo no pensaba escribir una novela, ni había pensado una estructura, ni nada. Y se le nota. »

«En realidad». sigue Rosa Montero, «no es una novela, aunque me haya servido para superar el pasmo paralizante que nos da a todos la literatura -eso de que ya está todo escrito, de que no se puede hacer como Proust o como Virginia Woolf- Es más un reportaje, aunque las anécdotas no sean reales ni los personajes. Y también porque es muy de actualidad: es un libro efímero y me parece muy bien que lo sea.»

«Por otra parte, todo el mundo habla de lo suyo con mayor o menor capacidad de levantar el tema. Así que yo hablo de lo mío. no con hechos que me hayan sucedido a mí: aunque la protagonista. si es que hay alguna. sea una periodista. no soy yo: me reconozco más en algunas situaciones que le pasan a otros. Pero lo que sí hay son ciertas angustias: en realidad, las mías, que un aparato de personajillos copian o miman. Por eso el título Crónica del desamor creo que es significativo: crónica. porque es más eso que una novela propiamente dicha, y desamor, porque trata de esas ansias y del desencanto sentimental que las corta.»

«Yo, por fin», sigue diciendo Rosa Montero, «no he querido hacer un libro feminista, pero sí femenino, y te lo digo haciendo esfuerzos por recurar esta palabra, tan desprestigiada y tan contaminada. Hay situaciones y reflexiones que tienen que ver con la mujer o. mejor, que han sido escritas desde el punto de vista de una mujer. No sé: desde la relación cotidiana con los anticonceptivos. por ejemplo, a otros temas más generales, como su papel en un mundo competitivo o los problemas en sus relaciones. Creo». nos dice. «que me ha salido un pelín moralista y algo ingenua.»

Rosa Montero es uno de los pocos ejemplos de lo que podría ser en España el nuevo periodismo. Esta palabra, que despierta en la profesión recelos profundos. malas palabras, admiraciones furibundas y desconfianzas aparentemente desmitificadoras y en realidad aterradas, es en ella práctica cotidiana: el estar en los límites de los géneros periodismo y novela, que no es más que una manera de contar historias bien contadas y de convertir su nombre en garantía de credibilidad. «Llevo ya diez años escribiendo en periódicos. Por tamaño, en kilos de peso, he debido escribir ya unos diecisiete Quijotes. En un cálculo de posibilidades, me quedan treinta años de seguir así..., y te juro que cada vez que lo pienso me da un vahído. Por eso este libro me ha ayudado a consolarme. De mayor me dedicaré a otro rollo. Lo más terrible de esta profesión», dice Rosa Montero, «es que nuestra presencia cotidiana en las cosas despierta una relación rara, como si fuéramos una especie de gurus o espejos en que identificarse, y esa exigencia, que yo creo que está fuera del juego lógico entre periodista y lector: exigen verse enteramente en ti, reconocerse en cada línea que escribes. A veces he tenido la sensación de que somos el sustitutivo de esos amigos que desaparecen con la gran ciudad y esas cosas... Yo creo que la relación con los periodistas es todavía más pasional que ese amor con el escritor preferido, y eso que en ese caos si no te gusta algo de ellos -un artículo o el último libro, unas declaraciones- es un dolor. Pero esto es todavía más pasional.»

«Por eso», termina, «es efectivamente relajante la posibilidad de hacer otras cosas. Es un tema de supervivencia personal. Por otra parte, he perdido el pavor de la hoja en blanco; mira: hay que escribir y, si está mal, qué pasa. A mí me parece que este es en realidad un libro muy joven; a mí me parecía que tenía muchísimas cosas que decir... cuando eres mayor; creo que la gente cree que tiene muchas menos y estoy convencida de que las dice mejor. En cualquier caso, ha sido un reto, y también, en cualquier caso, me ha abierto un horizonte esperanzador. Para mí ya es bastante. Escribiré más.»

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