Toros sin trapío, inválidos y mochos
Plaza de Carabanchel. Toros de Salvador y Antonio Gavira: anovillados, mansos y flojos, manejables; muy sospechosos de cornamenta. El sexto fue devuelto por su descarada falta de pitones. El sobrero, de Guardiola Domínguez, aceptable de presencia, manso y noble. Curro Romero: pinchazo y estocada caída (palmas, algunos pitos y saludos desde el burladero). Tres pinchazos, otro más hondo y descabello (pitos). Julio Robles: Estocada (vuelta). Estocada trasera (oreja). Roberto Domínguez: dos pinchazos, estocada atravesada que asoma por la paletilla y dos descabellos (pitos). Estocada desprendida (palmas y saludos).La extraña manía de los taurinos de preparar a los toreros la corrida sobre la base del fraude es algo que escapa a toda lógica. Toros que no se tenían en pie, sin trapío alguno y arreglados de pitones, restaron importancia a lo positivo que hicieron los tres espadas en Carabanchel. Los gaviras, sin casta además, hicieron buenos a los núñez del pasado domingo. Ahora bien, no cabe duda de que esto es lo que les gusta a los toreros. Por ejemplo, Curro Romero mejoró su actuación de la otra tarde y hasta estuvo valiente. Roberto Domínguez templó más que en otras ocasiones y remató algún muletazo. Julio Robles se mantuvo en un tono de gran calidad, a pesar de no redondear una faena.
Curro Romero, en el primero, dio una verónica por el pitón izquierdo, con las manos muy bajas. Muy atento al juego del torillo. En banderillas se confió con la muleta, en unos derechazos parsimoniosos. Tuvo la inteligencia de darle a la res los adentros, por donde iba mejor, y ligó una serie de naturales templados, aunque con el defecto de usar la ayuda del estoque. En el cuarto se lució en dos verónicas y media con sabor, pero sin apreturas. Aguantó dos coladas, por cada pitón, y desistió de hacer faena.
Julio Robles estuvo muy decidido toda la tarde, con ganas de triunfo. Recibió a su primero con dos largas cambiadas de rodillas y buenas verónicas. Llevó el toro al caballo en un precioso galleo con el capote a la espalda y remató con airosa revolera. Hizo un quite por chicuelinas con las manos muy bajas, rematado con media verónica. No redondeó nada con la franela, por culpa de las continuas caídas de la res. Peleó con el quinto, en diversos terrenos de la plaza. Mediada la faena, se centró para sacar dos series de derechazos y una de naturales, con temple y fina clase. Robles, en todo momento, quiso hacer el buen toreo y esta vez mató a los dos toros con gran decisión.
Roberto Domínguez no se paró ni una vez con el capote, se embarulló y tuvo una ocasión de tomar el olivo en forma desairada. Al tercero no supo corregirle un ligero cabeceo, por el vicio de torear con la muleta retrasada. Al final de la labor el torete le llevó donde quiso, es decir, a chiqueros, y allí Domínguez estuvo a la deriva y terminó en sainete para matarlo. En el sexto estuvo muy voluntarioso. Realizó un trasteo muy largo, en gran parte anodino; de un sinfín de pases que dio, destacó una serie de derechazos con temple y rematados en la cadera.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.