La plaga de los revendedores
La indignación del numerosísimo público que quería adquirir boletos para la corrida de hoy pudimos pulsarla ayer en los alrededores de Las Ventas. En taquilla apenas quedaban localidades y nos dicen que, cuando se abrieron a las cinco de la tarde, sólo ofrecían papel modesto, como andanadas y así.Mientras tanto, en la reventa autorizada del 20% había mucho donde elegir, y más aún en la no autorizada de la picaresca, que ofrecía «¡billetes pa los toros, pa los toros billetes! », los que uno quisiera encontrar, aunque, naturalmente, a precios desorbitados.
No parece que sea particularmente difícil acabar con esta plaga de los revendedores, porque ni se ocultan ni son desconocidos. Los hay de los tiempos de Manolete, que suponemos ya son industriales del subsector. Y luego está el control del billetaje, operación que quizá sea más complicada, pero que es más segura y más justa. Del aforo total de la plaza no deben faltar en taquilla más entradas que las correspondientes a abonos y el cupo legal que se destina a la reventa oficial.
Hasta ayer no se había visto aparecer en masa a la picaresca. La llegada de figuras hace subir el papel, y más cuando se coloca el cartel de «no hay billetes». Aunque seguramente no todo ha sido vendido.